A Fondo
MasterCard quiere que paguemos con los dispositivos IoT
Por pagar que no sea. No hay duda de que el dinero de plástico ha cambiado la forma en la que gastamos nuestro sueldo, pero ¿por qué limitarnos a un único sistema? Si lo que quieres es comprar, que las formas no sean un obstáculo. En ese sentido MasterCard, la compañía de tarjetas de débito y crédito, quiere que las posibilidades para abonar las compras sean cada vez mayores y más seguras.
Este es justamente el momento en que la tecnología permite usar todo tipo de rangos biométricos, para verificar la identidad de los usuarios que usan los sistemas de pago. Hace unos días MasterCard también presentó Identity Check, un sistema para facilitar a los clientes el pago mediante la huella dactilar en el caso de que olvidaran la contraseña. ¿Y si se olvida la tarjeta o no la encuentras? En ese caso la opción de pagar con cualquier otro dispositivo tiene cierto sentido.
La historia consiste en permitir que cada nuevo chisme tecnológico que salga al mercado tenga acceso a los datos de la tarjeta. Los pagos a través del móvil ya son posibles desde hace tiempo, pero de lo que se trata es de que las pulseras de fitness, las llaves del coche, los anillos inteligentes, los smartwatches o cualquier otra cosa que podamos llevar encima y que esté conectada, sea un elemento más de pago.
Según informa The Verge, la compañía ya habría comenzado a establecer convenios con diversos fabricantes tecnológicos para incorporar los sistemas de pago inalámbricos en sus productos. Sería el caso de un llavero electrónico de General Motors, el anillo inteligente de Ringly y la pulsera de Nymi, que funcionaría acercando el objeto a un terminal de pago. En realidad, cualquier cosa que estuviese conectada a la red podría usarse como medio de compra. Para la compañía sería una práctica forma de contribuir a la difusión de la conexión global.
Cosa aparte será que los usuarios acepten que soltar dinero sea tan fácil. Hace unos años se planteó un sistema de microchip RFID implantado, con toda la información financiera de las personas (también médica, legal y de control de los trabajadores, por si no parecía lo suficientemente siniestro). Asociado a un sistema de lectura automático, la persona no tenía más que cargar el carrito de la compra y salir por la puerta del hipermercado para que se detectaran los productos comprados, se sumara todo y se lo cobrasen a la persona, sin tener siquiera que decir «sí quiero». El problema, como en todo lo que asocia a las personas con la tecnología, no es el desarrollo en sí, sino el uso que se hace del mismo; porque de personas sin escrúpulos está el mundo lleno.
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