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Twitter puede seguir los pasos de LinkedIn si sus resultados son malos
El pasado viernes, LinkedIn se hundió en bolsa después de presentar sus resultados del cuarto trimestre de 2015. Lo mismo le pasó a Tableau. Y la expectación es máxima esta semana, puesto que es el turno de presentación de cifras para una de las redes sociales que está pasando por un largo periodo de cambios y presiones por parte de los accionistas: Twitter. Y dada la atmósfera bursátil de los últimos días, que tiende a castigar duramente a una compañía si sus accionistas no están satisfechos con los resultados que consigue, es bastante probable que se despeñe en bolsa si sus cifras contrarian a sus inversores.
Y es que el mercado no se anda últimamente con chiquitas en cuanto ve flojear a una empresa. Según ha declarado James Cordwell, de Atlantic Equities, a Reuters, «el problema es que tal y como está el mercado en la actualidad, cualquier signo de resultado débil recibirá un duro castigo«. En efecto, no sólo LinkedIn y Tableau han sufrido los efectos de la situación, sino que varias empresas del sector tecnológico con bastante valor han visto cómo bajaban sus acciones después del desplome de las dos compañías mencionadas. Como consecuencia, hay una más que notable sensación de inseguridad acerca de lo que puede pasar en bolsa con las empresas que presenten sus resultados en las próximas horas y días.
Esto, añadido a que las acciones de Twitter ya han perdido dos tercios de su valor en el último año, puede poner a sus directivos en una situación muy complicada, y dejar su valor muy por debajo del que tenía hace solo doce meses. En este momento en concreto, lo que quieren ver los inversores es si la estrategia para aumentar la base de usuarios de Twitter ha dado resultado. No está muy claro si va a ser así, porque a pesar de que algunas de sus iniciativas han sido bastante bien acogidas, como la muestra de los tweets más destacados que se pierden sus usuarios entre conexión y conexión, otras, como Moments, no ha conseguido despegar como se esperaba.
Bajo el mando definitivo de Dorsey desde el pasado mes de octubre, la compañía ha emprendido una profunda reestructuración, que además de la salida de cuatro directivos, ha implicado el despido de más de 300 empleados. También ha hecho algunas contrataciones de figuras destacadas para su junta directiva, como Omid Kordestani, un antiguo directivo de Google, que ha pasado a ser el Presidente Ejecutivo de Twitter.
Además, los rumores de la pasada semana sobre la posible introducción de un algoritmo encargado de decidir cómo se muestran los tweets en función de su relevancia, y no cronológicamente como hasta ahora, ha levantado un gran revuelo entre los usuarios. A lo largo de todo el fin de semana inundaron la red con mensajes acompañados por el hashtagh #RIPTwitter mostraron su enfado ante esta decisión, e incluso amenazaban con dejar la red social si el cambio, que muchos rumores apuntaban a que se efectuaría esta misma semana, entraba en vigor.
La protesta tomó tal tamaño que el propio Jack Dorsey se vió obligado a desmentir, en Twitter cómo no, que se fuese a producir el cambio esta semana. No obstante, no se sabe si entrará en vigor, aunque es más que probable que de ser así pueda desactivarse. Este y otros rumores, que no paran de aflorar en las últimas semanas, no ayudan precisamente a aumentar la confianza de los inversores.
Durante el tercer trimestre de 2015, Twitter consiguió un aumento del 11 por ciento en usuarios activos mensuales, hasta alcanzar los 320 millones. A pesar de todos los esfuerzos realizados, es la cifra de crecimiento más baja para la compañía desde su salida a bolsa. Y no parece que las perspectivas sean mejores en esta ocasión. Para 2016, se esperan unas modestísimas cifras de crecimiento de usuarios para la red social: en torno al uno por ciento por trimestre, tal como comentan los analistas de Wedbush Securities.
Para este último periodo de 2015, se espera que Twitter consiga unos beneficios de 12 centavos por acción, así como unos ingresos de 709,9 millones de dólares. Veremos si la compañía logra alcanzarlos y, caso de que no sea así, lo que sucede después en la bolsa con sus acciones.
Foto: Anthony Quintano
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