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La estrella del Mobile World Congress será… el espectro electromagnetico
Las generaciones de los sistemas de conectividad móvil se mantienen en evolución constante. Con 3G presente ya en buena parte del planeta, el despliegue de 4G avanzando a grandes pasos en muchas regiones y, 5G empezando a asomar la cabeza y cada vez más laboratorios trabajando en las especificaciones iniciales de 6G, está claro que la revolución móvil ha marcado un antes y un después en la conectividad global. Lo que ocurre, claro, es que todos los cambios generan nuevas necesidades que, en ocasiones, se enfrentan a limitaciones inherentes a su propio modelo de funcionamiento, y eso es un problema. Grande. Tal es el caso del cada vez más saturado espectro electromagnético, es decir, la «vía» por la que transitan las señales de todo aquello que nos llega a través del aire, desde la crónica social de la pequeña emisora FM del pueblo en el que veraneamos hasta los datos que recibimos constantemente en nuestros teléfonos móviles.
El problema, y es un problema conocido desde hace mucho tiempo, es que ese espacio es finito, y parte de él ya está en uso y le queda poca capacidad para absorber más tráfico. Se pueden (y deben) mejorar los sistemas actuales para obtener un mejor rendimiento del mismo, como por ejemplo con el proyecto de Kumu Networks del que te hablamos hace unas semanas pero, aún así, hay un muy serio problema de saturación. Esta es la razón por la que, de cuando en cuando, escuchamos hablar de subastas multimillonarias en las que los operadores de redes móviles desembolsan ingentes cantidades de dinero por obtener derecho a explotar una determinada porción del mismo. Y también es lo que da lugar a que el espacio radioeléctrico esté sometido a más regulaciones que muchos espacios físicos.
Sin embargo, hay determinadas bandas que están sometidas a regulación, claro, pero no a la concesión de licencias para su explotación comercial. ¿Qué significa esto? Muy sencillo, que pueden ser empleadas por todo el mundo, siempre que se cumplan unas determinadas condiciones. Y, lo que es más importante, el uso de las mismas no es privativo (que la use un operador no impide que lo haga otro) y, además, tampoco hay que participar en carísimas subastas para obtener el derecho de uso del mismo. Son (o al menos lo parece) todo ventajas, tanto que puede sonar a ciencia ficción, ¿no? Pues no lo es y, en realidad, utilizas de manera muy habitual servicios que emplean dichas bandas del espectro electromagnético, y la más común de todas es wifi. Sí, la tecnología de redes inalámbricas 802.11 en sus diferentes versiones emplea, principalmente, las bandas de 2,4 Ghz y 5 Ghz (hay algunas excepciones, como su primera versión, que empleaba conectividad mediante infrarrojos, o 802.11P que utiliza 5,90 GHz y 6,20 GHz), espacios regulados pero de uso libre.
Y ahí es donde se están centrando las miradas de cada vez más operadores, y donde algunos analistas y medios (como Computerworld) consideran que se van a centrar muchas miradas (y conversaciones) en el ya inminente Mobile World Congress, feria que estaremos cubriendo permanentemente tanto a través de la web como de nuestro perfil en Twitter, puesto que su utilización por parte de los operadores puede tener significativas consecuencias en dos de los temas más candentes en cuanto a conectividad y tecnología: 5G e Internet de las Cosas. En el primer caso porque, claro, una de sus grandes bazas con respecto a generaciones anteriores es la velocidad y, para ofrecer más velocidad, necesitas inevitablemente más ancho de banda. Ancho de banda que, claro, se basa en los derechos adquiridos por las porciones del espacio radioeléctrico. Sin embargo, poder combinar el uso de los mismos con el de la conectividad (de corto alcance, eso sí) que permite el uso sin licencia de las bandas reguladas pero de uso libre los facilita y abarata en gran medida.
Más interesante es, todavía, lo que estas bandas pueden suponer para el despliegue de IoT. El empleo de las mismas por parte de los operadores permitirá ofrecer servicios de conectividad adecuados para dispositivos diseñados pensando en LPWAM (low power wide area network) esto es, sistemas que consuman muy, muy poca energía, que estén permanentemente conectados y que realicen operaciones principalmente de transmisión (aunque en algunos casos también de recepción) de datos. La proliferación de estos puede obligar a los operadores a disponer de mucho más «caño» para gestionar dichas conexiones, pero la posibilidad de que gran parte de estas se efectúen en la «zona gratis», supondrá sin duda una más que notable reducción de costes y, por lo tanto, nos acercará un poco más a ese futuro de miles de millones de dispositivos conectados a Internet.
Imagen: Silver Gravy
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