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Los Implantes RFID podrían suponer el final de llaves y tarjetas de crédito
Lo de los implantes electrónicos en los cuerpos humanos es algo que, durante muchos años, ha servido a los propósitos de muchos escritores de ciencia ficción que, incluso, llegaron a acuñar el término cyborg, para referirse a organismos humanos con múltiples implantes cibernéticos. Lo que seguro que no se les pasó por la cabeza a dichos autores es que, en realidad, una vez llegados esos implantes, no estarían destinados a ser empleados como armas, sistemas de visión ampliada o similares, sino a abrir la puerta de casa sin llaves, o a pagar el café sin tener que emplear efectivo ni la tarjeta. Hoy The Wall Street Journal dedica un interesante artículos a los implantes RFID, una realidad por la que ya han optado unos cuantos miles de personas, y que puede resultar fascinante o aterrador, según el cristal con el que se mire.
Los usos prácticos de dicha tecnología son, sin duda, indiscutibles. En el caso, por ejemplo, de Patrick Paumen, un holandés de 32 años, ya no tiene que preocuparse por las llaves. Un implante en su mano, más o menos del tamaño de un grano de arroz, le permite abrir la puerta de su casa, su oficina y su plaza de garaje, solo con un movimiento de la mano. Para él se acabó la incomodidad de tener que llevar una colección de llaves encima, con el riesgo añadido de olvidarlas, perderlas, etcétera. Puedes salir de casa sin el llavero, pero por muy despistado que seas, nunca te dejas una mano al salir de casa.
Los implantes RFID funcionan del mismo modo en el que lo hacen las tarjetas contactless, que ya son comunes en sistemas de acceso y, más recientemente, se han empezado a popularizar como tarjetas de débito. El chip RFID no debe entrar en contacto directo con el lector, basta con que se aproxime lo suficiente, para que este lo active y pueda acceder a los datos contenidos en el mismo. Esto, además, reporta una sustancial ventaja. El implante no necesita alimentación eléctrica. Simplemente contiene unos datos y es el lector el que hace el «gasto» para leerlos. Así, no es necesario preocuparse por si el chip se queda sin batería ni nada por el estilo.
Las posibilidades de los implantes RFID son incontables. La más básica es, claro, la que hemos comentado, pero pensemos, por ejemplo, en su uso médico. Una persona que, por ejemplo, sea alérgica a determinados productos, podría llevar un implante con información sobre dichas alergias. Así, en caso de tener que someterse a un tratamiento médico de urgencia, el personal solo tendría que escanear su implante y, de manera inmediata, obtener la lista de las sustancias prohibidas para esa persona. Y hablamos de alergias, pero también podría ser una lista de afecciones o, incluso, su historial médico completo.
Otro caso interesante es el de las personas que sufren alzheimer, demencia o enfermedades similares, y que por lo tanto tienen de un acusado riesgo de perderse, y que sus enfermedades dificulten su identificación y, por lo tanto, que reciban la atención adecuada y sean retornadas a sus domicilios lo antes posible. Como hemos dicho en el caso anterior, ya que los implantes RFID pueden albergar información sobre sus enfermedades y otro tipo de datos como los de contacto, facilitaría sin duda una identificación rápida. Otra ventaja es que esta información puede ser modificada sin necesidad de extraer el implante. Así, por ejemplo, la historia médica de una persona podría ser actualizada en el momento, sin necesidad de extraer el dispositivo para actualizarlo, o de tener que sustituirlo por uno nuevo.
No hay datos sobre la cantidad de personas que ya utilizan implantes RFID, pero la reciente industria nacida alrededor de los mismos estima la cantidad entre 30.000 y 50.000 personas en todo el mundo, unos números a tener en cuenta, especialmente si valoramos que se trata de una tecnología de la que hasta ahora apenas hemos oído hablar. Cabe esperar que a medio plazo empecemos a conocer nuevos casos de uso, así como empresas que decidan dedicarse profesionalmente a este tipo de dispositivos y a buscar nuevos usos para los mismos.
RFID y la seguridad
La parte menos positiva viene dada, sin duda, por la privacidad y la seguridad. Los implantes RFID existentes hasta ahora apenas cuentan con medidas de seguridad que protejan su contenido. Así, aunque el lector debe situarse muy, muy cerca del implante para acceder a los datos, hay varios supuestos en los que un ciberdelincuente podría acceder también a ellos. Así, es imprescindible, si se desea que esta tecnología pueda desarrollarse, que se empiecen a considerar sistemas de seguridad más complejos, que garanticen que los datos están protegidos de «fisgones».
Y otro aspecto que preocupa a sus principales detractores es la privacidad. Por ejemplo, imaginemos un implante que almacena datos de contacto e historial médico de una persona que se ha desorientado y no sabe dónde reside. Quien le ayuda a volver a casa, ¿podría ver el resto de sus datos médicos sin el consentimiento de dicha persona? Si hablamos de implantes RFID que sirven para abrir la puerta de casa o pagar el café no hay problema, pero en el momento en el que empiecen a ser empleados para almacenar datos personales, ¿cómo se protegerán dichos datos, para que solo puedan ser vistos por quien corresponda?
Ahí está, probablemente, el mayor desafío al que se enfrenta esta incipiente industria. Yo, personalmente, veo muchas ventajas en el desarrollo de esta tecnología, y la idea de olvidarme del llavero, las tarjetas (débito, crédito, fidelización, Seguridad Social, etcétera) me agrada mucho. Pero, claro, solo en las condiciones de seguridad y privacidad adecuada. No tengo ganas de estar pagando el café y que la amable cajera aproveche para preguntarme cómo llevo lo de la hipertensión. o que resulta que mi contacto de emergencia era su mejor amiga en el colegio.
Imagen: Paramount Television
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