Japón empieza (por fin) a instalar cargadores USB en los autobuses

Tengo que admitir que he sentido una cierta perplejidad cuando, revisando la información del día, he visto una noticia de Cnet en la que se cuenta que, a modo de pruebas, Japón está empezando a instalar cargadores USB en los autobuses públicos, gracias a los cuales los usuarios pueden aprovechar sus desplazamientos en transporte público para cargar sus móviles y tablets. Según se afirma en dicha publicación, el novedoso sistema de carga ha sido instalado en un único autobús y, de momento, no hay ningún anuncio oficial por parte del servicio de transportes, sobre los planes de expansión y desarrollo del proyecto.

El autobús en el que se están realizando las pruebas cuenta con cinco puntos de carga, repartidos a lo largo del vehículo y junto a algunos de los botones de solicitud de parada. El servicio es (al menos de momento) totalmente gratuito, y el artículo termina deseando que esto se convierta en una tendencia en Japón y, después, en el mundo. Un deseo muy positivo y bienintencionado, pero que me deja con una sensación extraña.

Hoy, esta misma mañana, he tenido que realizar varias gestiones, para las que he tenido que coger dos autobuses interurbanos y uno urbano (de la EMT de Madrid), y dos de esos tres autobuses contaban con conexiones USB para cargar el móvil (de hecho he empleado ambas). Y aún más, si sigo hablando de mi experiencia personal con el transporte público por carretera, los últimos vehículos añadidos a la línea que conecta Madrid con Ocaña, cuentan con una toma USB por cada asiento, un enchufe (sí, enchufe de los de verdad, como los de la pared de casa) por cada dos asientos (dos por cada fila) y, aunque esto aún no termina de funcionar del todo bien, conectividad wifi. En todos los casos el servicio es gratuito.

Por no hablar de la sorpresa que me llevé a principios de semana, al descubrir que el andén de la línea 3 del metro de Madrid, en la estación de Moncloa, también cuenta con un cargador de pared en el que es posible conectar nuestros dispositivos para ganar unos minutos de autonomía en el tiempo en el que esperamos al próximo tren (o al siguiente, si vamos muy cortos de batería y no tenemos demasiada prisa).

En México se emplea el término malinchismo como antónimo de chovinismo. Es decir, el desprecio de lo propio en favor de lo que viene de fuera, un término que viene de los tiempos de Hernán Cortes, y que ya entonces se detectaba en algunas personas (por ejemplo La Malinche, en quien tiene origen el término, y que como bien recuerda la Wikipedia fue clave en la capacidad de Cortés para establecer alianzas y pactos con varios pueblos que colaboraron con los españoles durante la conquista. Ahora no llega a tanto, evidentemente, pero en estos tiempos en los que estamos acostumbrados a mirar hacia fuera con una mezcla de admiración y envidia, no está de más recordar que, en algunos casos, ¡vamos incluso por delante de Japón!