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¿Sueñan las aspiradoras con ovejas eléctricas?
Allá por 1968, Philip K. Dick se hizo una pregunta que, aún hoy, resuena atronadora no solo en los aficionados a la ciencia ficción (que, al fin y al cabo, es lo que era entonces), sino también en los que seguimos con más o menos interés el desarrollo de la Inteligencia Artificial. La pregunta, fruto de la que nace el titular de esta noticia, era la que daba título a la novela corta «¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?» que, años después, sirvió de inspiración para que Ridley Scott nos regalara Blade Runner, una de las mejores películas de la historia del cine. Y es que ahora, con el boom de la Inteligencia Artificial, y está llegando cada vez a más aspectos de nuestras vidas, no podemos dejar de preguntarnos por la inteligencia de esos elementos cada día más cotidianos.
Pero no, al menos de momento no vamos a llegar al punto de Westworld (una de las mejores series del pasado 2016, por cierto), ni nos vamos a empezar a preocupar, como ya hizo Stephen King en 1987 con Maximun Overdrive (esta es bastante mala, no la recomiendo) por ese momento en el que las máquinas deciden revelarse contra el ser humano, y acaban convirtiendo a los humanos en una especie de «pilas» con cuya energía alimentan sus propios sistemas (sí, ahora hablo de Matrix). De momento, al menos de momento, nos vamos a preguntar cómo funciona «la inteligencia» de unos dispositivos que quieren ayudarnos a mantener limpias nuestras casas: las aspiradoras inteligentes.
¿Y cómo funcionan? En realidad, y aunque ambos sistemas están sometidos a la evolución, podemos hablar de sistemas reactivos y sistemas de mapeado. Los primeros son bastante más económicos pero, en realidad, no hay «inteligencia» en su funcionamiento. Se limitan a avanzar en una determinada dirección y, cuando «colisionan» con algo, realizan un giro y siguen avanzando en la nueva. Por poner un ejemplo que resulte muy claro, ¿recuerdas esos salvapantallas de Windows en los que un objeto (una esfera, un logotipo, etcétera) va rebotando constantemente con los extremos de la pantalla? Pues ese es, exactamente, el modo en el que funcionan las aspiradoras reactivas. Simplemente avanzan y, cuando no pueden avanzar, giran (normalmente un mínimo de 90 grados) y retoman el movimiento.
Pros y contras
La principal ventaja de las aspiradoras basadas en este sistema es que son mucho más baratas, puesto que la única «inteligencia» que necesitan se basa en saber que, cuando el sensor del frontal detecta o toca un objeto, debe girar. Por contra, al no adaptar sus movimientos a la disposición concreta del espacio que están limpiando, pueden dejar zonas sin barrer, e incluso en el mejor de los casos emplearán mucho más tiempo hasta recorrer el total de la superficie de los mismos. Bueno, es eso, o dejar que limpie la mayor parte en un tiempo razonable, y «rematar» la jugada con una aspiradora clásica o con la escoba y el recogedor.
El segundo sistema se basa en un algoritmo que, en su desarrollo, resulta bastante más complejo: la aspiradora, en primer lugar, recorre el espacio para, de esta manera, trazar un mapa completo de la misma. En la mayoría de los casos, para tal fin el dispositivo tendrá la necesidad de recorrer la estancia en varias ocasiones, procedimiento durante el cuál irá trazando el mapa del espacio, obstáculos, etcétera. Así, una vez que dispone del mapa completo, cada vez que es activado identificará su posición (por ejemplo, dirigiéndose a una esquina del mismo), establecerá una ruta óptima de limpieza (este proceso lo realiza antes de empezar a aspirar) y, con el mismo ya trazado, comenzará su trabajo.
De esta manera, las aspiradoras basadas en este sistema, ofrecen una limpieza mucho más rápida que las reactivas y, además, en un tiempo mucho menor, ya que a diferencia de los modelos que van «a ciegas», éstos conocen bien el entorno y adaptan su recorrido al mismo. ¿Su principal desventaja? Ya la puedes imaginar, un precio mucho más elevado que en los modelos reactivos. Además, si realizas cambios en la distribución de los elementos de la estancia, el robot aspirador tendrá que volver a trazar el mapa de la misma, pues de lo contrario se encontrará con elementos que no espera, y que pueden hacer que pierda efectividad.
En ambos casos, los robots pueden contar con más o menos sensores (de objetos, de personas y mascotas, etcétera), que redundarán en un mejor funcionamiento. Además, en los modelos basados en mapas, estos sensores pueden ayudar al dispositivo a detectar si un obstáculo que no conocía es temporal (por ejemplo, que nuestro perro se ha tumbado en la alfombra a echar la siesta) o si, por el contrario, persiste en el tiempo, adaptando por lo tanto su mapa a las nuevas circunstancias. No obstante, lo mejor está por venir, ya que cada vez son más las empresas tecnológicas y de electrodomésticos que se han interesado por este sector, y que están realizando abultadas inversiones en desarrollar sistemas de IA más avanzados para este fin.
Imagen: Smithsonian
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