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Snapchat, otra historia de expectativas hinchadas
Parece que fue ayer cuando empezó a ponerse en marcha la operación para la salida a bolsa de Snap, la empresa matriz de Snapchap, una IPO que todos recordamos por la arrogancia de la compañía y otros factores que, hace ya un año, nos hicieron dudar seriamente sobre si era una buena inversión o, por el contrario, el brillo de la compañía era más una cuestión de barniz que de materia prima. El caso es que, pese a ello, e incluso a las denuncias por parte de un antiguo empleado sobre falsedad en los datos que publicaba la compañía, su llegada al mundo de las cotizadas en marzo fue una de las operaciones más exitosas de este año.
Sin embargo, y tal y como recuerda hoy Recode, ya desde junio los analistas no son especialmente optimistas en lo que se refiere a sus expectativas sobre el rendimiento económico de Snapchat. El dato clave a este respecto es que, si a mitades de año sus estimaciones apuntaban a que Snap cerraría el tercer trimestre con unos ingresos de 280 millones de dólares, a día de hoy han descendido hasta los 237 millones, un 15% menos. Y lo que es peor, ni siquiera en estas condiciones está claro que la compañía vaya a ser capaz de alcanzar esa cifra, algo que resultaría singularmente decepcionante, y que podría poner un palo en la rueda de los planes económicos de Snap.
Así, a la espera de los números, se puede decir que Wall Street no espera mucho, pese a que hace menos de un año muchos inversores y analistas depositaron grandes expectativas, una situación que podemos resumir con dos palabras: decepción y apatía. Y es que el principal problema no es ya que la compañía no alcance esas estimaciones, no, el verdadero problema es que a día de hoy no parece haber un plan para «crecer». De momento, el éxito económico parece supeditarse a grandes eventos (elecciones presidenciales en EEUU, Juegos Olímpicos, etcétera) que hacen grandes inversiones en este tipo de servicios.
Y es que, si bien Snapchat sí que ha logrado convertirse en una de las plataformas elegidas para la comunicación en esos eventos, lo que no ha conseguido es llegar a los pequeños y medianos anunciantes, que en realidad constituyen la clave de la rentabilidad de otros servicios de mensajería y red social. Y hablamos de un mercado complejo, en el que las plataformas se eligen de una manera muy meticulosa por parte de los anunciantes, que quieren muchas garantías antes de hacer sus inversiones. Dicho de otra manera: los pequeños anunciantes, de los que depende buena parte de la rentabilidad, todavía no confían en Snap.
Buena parte de la responsabilidad de ello recae directamente sobre Evan Spiegel, fundador y CEO de la compañía, y que durante mucho tiempo ha llevado a cabo una política de comunicación bastante deficiente con los inversores, además de haberse negado a hacer públicos bastantes números de la compañía (hasta su entrada en el mundo de las cotizadas, pues en este punto ya está obligado, por ley, a remitirlos a la SEC y hacerlos públicos). El hermetismo y la arrogancia raramente atraen a inversores y clientes, y Spiegel finalmente se ha dado cuenta de ello y ha mejorado su política de comunicación. Habrá que ver si es suficiente para empezar a revertir la tendencia o, por el contrario, Snapchat tendrá que dar más pasos para convertirse en la tecnológica muy rentable que casi todo el mundo esperaba hace menos de un año.
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