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Inteligencia artificial y reconocimiento facial: ¿son un peligro para los ciudadanos?

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La inteligencia artificial se ha convertido en uno de los sectores más importantes, y es comprensible, ya que contamos con los medios tecnológicos para utilizarla de forma óptima, y esto nos ha abierto un mundo de posibilidades que se extienden a numerosos frentes, entre los que podemos citar desde la medicina hasta el aprendizaje, y también el reconocimiento facial.

Unir reconocimiento facial e inteligencia artificial puede ser muy beneficioso, sobre todo para los gobiernos del mundo que aspiran a mejorar la seguridad de sus calles y a proteger a sus ciudadanos, pero también se perfila como la receta ideal para crear una distopía perfecta casi al instante. China es, en este sentido, uno de los mejores ejemplos, ya que dicho país utiliza el reconocimiento facial avanzado para controlar, censurar y avergonzar a aquellos ciudadanos que se alejan del comportamiento «modélico» que exige su gobierno.

Esta realidad ha llevado a AI Now a dar la voz de alarma sobre la necesidad de establecer una regulación efectiva sobre el uso de videovigilancia avanzada con tecnología de reconocimiento facial apoyada sobre inteligencia artificial. Puede que el nombre no os suene, pero se trata de un grupo asociado a la Universidad de Nueva York que cuenta entre sus filas con trabajadores de gigantes como Google y Microsoft.

En su opinión el reconocimiento facial y el reconocimiento afectivo necesitan una regulación estricta para proteger el interés público. Dicha regulación debe incluir leyes nacionales que requieran una supervisión severa, limitaciones claras y una transparencia absoluta. Las comunidades deben tener el derecho de rechazar la aplicación de estas tecnologías tanto en contextos públicos como privados, y creen que la mera notificación pública de su uso no es suficiente para utilizarla: debe haber un umbral alto para cualquier consentimiento, debido a los peligros para los derechos civiles que puede representar una vigilancia masiva continua y opresiva.

No es un tema baladí, el propio Brad Smith, presidente de Microsoft, ya dijo en su momento que hay que empezar a afrontar esta cuestión y fijar una regulación ajustada que evite que la unión entre inteligencia artificial y reconocimiento facial acabe convirtiéndose en un problema social grave.

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