A Fondo
Así son los nuevos cables submarinos que batirán todos los récords
La carrera por construir el cable submarino de fibra óptica más rápido del mundo, parece tener un claro ganador. Como informan desde Wired Google se encuentra en estos momentos en el proceso de construcción de la que será la conexión transoceánica a Internet más rápida que el mundo haya visto hasta la fecha.
Según los de MountainView, cuando la construcción de cable se haya completado, será capaz de transmitir nada menos que 250 terabits de información por segundo, lo que equivale a decir que lo nuevo de Google es capaz de enviar todos los contenidos de la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos, desde Virginia hasta Francia, tres veces cada segundo. Casi nada. Para hacernos una idea de lo que supone este hito, baste señalar que el nuevo cable de Google superará en un 56% la velocidad de MAREA, el cable construido por Facebook, Microsoft y Telefónica, que conecta Estados Unidos con España a una velocidad de 160 terabits por segundo.
El milagro de la fibra de vidrio
Las redes de fibra óptica, como las que se incluyen en la mayoría de los cables submarinos, funcionan enviando luz (y datos) sobre diminutos filamentos de vidrio. Los cables submarinos de fibra óptica, que habitualmente tienen un diámetro similar al de una manguera doméstica, contienen varios pares.
¿De qué forma consigue Google construir el cable más rápido? Respuesta corta: introduciendo más pares de fibra en el mismo cable. En estos momentos, por la mayoría de los cables submarinos «viajan» o seis o ocho pares de fibra óptica. Pero como ha explicado Google en una rueda de prensa, Dunant, que así ha bautizado a su nueva criatura, será capaz de transportar en su interior nada menos que 12 pares. Para que esto sea posible, la compañía se ha aliado con SubCom, empresa responsable del diseño y despliegue de muchos de estos cables, con los que han desarrollado la tecnología que hace posible ampliar esta capacidad.
Sin embargo y como suele ocurrir cuando de lo que se trata es de llegar más lejos, más rápido, o con una potencia mayor, el récord que establecerá Dunant ya tiene fecha de caducidad: la firma japonesa NEC ya ha anunciado que en un futuro cercano desarrollará un cable submarino con hasta 16 pares de capacidad. Por otro lado, desde la misma Google se explica que su próximo modelo, podría llegar a albergar hasta 24 pares.
Lo cierto es que la tremenda explosión en la creación y demanda de información que estamos experimentando en los últimos años, ha llevado consigo un incremento sustancial del número de cables que bucean en nuestros océanos. Muy atrás queda la época en la que los satélites jugaban un papel esencial. En estos momentos se calcula que el 99% de la información que «cruza el charco» lo hace apoyado en lo más profundo del mar.
Lo ilustra como nadie la siguiente animación desarrollada por el New York Times, que muestra de forma muy gráfica cómo el número de cables que atraviesan nuestros océanos ha experimentado un crecimiento exponencial en los últimos años. O como afirman desde la publicación americana: People think the data is in the cloud, but it’s not. It’s in the Ocean».
Controlando su propio destino
«En estos momentos», explica Alan Mauldin (investigador de la consultora Teleography) «únicamente se está aprovechando el 30% de la capacidad de los cables submarinos que ya se han instalado. A pesar de ello, se espera que para el año 2021 entren en funcionamiento 60 nuevos cables».
De alguna manera, esta «explosión por la conectividad» recuerda a los años previos al estallido de la burbujapuntocom, cuando el mundo invertía alegremente en decenas de compañías que en realidad no disponían de una tecnología lo suficientemente madura para aportar un valor real. Y no importaba. Porque tanto en ese momento como está ocurriendo ahora, las compañías de telecomunicaciones desplegaron miles de kilómetros de cable (en tierra y en mar) no para responder a una necesidad real, sino «por lo que pudiera pasar», en caso de que en algún momento se necesitara.
La principal diferencia entre ese momento y el actual, es que las telcos han dado paso a grandes firmas como Google, Facebook o Microsoft, que necesitan de estas nuevas infraestructuras para, principalmente, conectar los distintos centros de datos que tienen en distintas partes del mundo y que van a seguir «cableando el océano» por mucho que ya haya otros cables que podrían utilizar.
Y es que como explica Mauldin «aunque la infraestructura actual tiene capacidad más que sobrada para cumplir con la demanda existente» las grandes tecnológicas quieren ser las que «controlen su propio destino» en términos bien de exclusividad, bien llegando a un partnership con una o dos compañías.
Por otro lado, también se tiene en cuenta la seguridad. Al tener más cables cruzando los océanos, las compañías se aseguran el tráfico de datos si uno de los cables se estropea o falla. Finalmente hay que tener en cuenta el factor económico. Aunque en un primer momento abordar la inversión que supone instalar un cable transoceánico no es precisamente barato, a medio y largo plazo resulta mucho más interesante que «alquilar» el uso de un cable a una compañía de telecomunicaciones. Y aunque el coste del cableado desde luego no ha disminuido durante los últimos años, el hecho de que empresas como Google sean capaces de enviar más datos en el mismo espacio, ayuda a reducir los costes.
Cómo mantener la calidad de los datos
Una vez que se construye un cable submarino, las compañías tienen varias opciones a la hora de asegurarse de que este es capaz de funcionar a pleno rendimiento, consiguiendo que el grueso de la señal sea capaz de atravesar el océano.
Una forma de hacerlo es incrementar la energía que se utiliza para «empujar» los datos de extremo a extremo. El problema es que para evitar que la señal se degrade, los cables necesitan contar con repetidores cada 100 Km. Esos repetidores no sólo amplifican la señal, sino cualquier ruido que se haya «colado» en la infraestructura, por lo que finalmente el valor de haber incrementado la energía, se ve disminuido.
Otra forma de hacerlo es multiplicar la cantidad de datos que cada par de fibra óptica puede transportar. En este sentido, una nueva técnica que ha sido bautizada con el nombre de «dense wavelenght division multiplexing» permite enviar sobre el mismo par, más de cien señales de onda.
O cómo han hecho finalmente Google y SubCom, podemos incluir más pares de fibra dentro del mismo cable. Tradicionalmente, cada par de filamentos de fibra óptica, requería incluir además dos pequeños repetidores denominados «pumps». Esos «pumps» no sólo empujan la señal, sino que además ocupan su propio espacio dentro del cable. Por lo tanto, incluir nuevos pares, supone incluir más «pumps» lo cual, no es precisamente sencillo. Como explican desde SubCom esto supone «replantearse cómo se diseñan y fabrican los cables submarinos desde cero».
Para conseguirlo, han desarrollado una nueva técnica denominada space-division multiplexing que en esencia pasa por instalar cuatro repetidores «pump» para cada cuatro pares de fibra. Esto por supuesto reduce la capacidad de cada par, pero al reducir el número de «pumps» a la mitad y a la vez, duplicando el número de pares de fibra, de momento el milagro funciona: se consigue enviar más cantidad de información a través del océano, a un coste inferior.
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