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China se cansa y empieza a devolver los golpes a Estados Unidos
La guerra comercial que mantienen Estados Unidos y China está lejos de acabar. Durante la cumbre del G-20 vimos un atisbo de luz con el levantamiento parcial del veto a Huawei que, al final, ha acabado quedando en agua de borrajas.
Es cierto, Huawei puede, de momento, respirar tranquila, pero Estados Unidos ha seguido con su campaña de amenazas y China, al final, se ha cansado. Hace unos días vimos que Trump hablaba de imponer nuevos aranceles a productos chinos por un valor de 3.000 millones de dólares, y el ejecutivo de Xi Jinping no se ha quedado de brazos cruzados.
La respuesta de China se ha centrado en dos grandes frentes. Por un lado han decidido paralizar todas las importaciones de productos agrícolas estadounidenses, una medida que, por las propias particularidades de este tipo de bienes, debería empezar a hacer «daño» a corto plazo.
En segundo lugar el Banco Central de China ha permitido una devaluación del yuan frente al dólar, que pasa ahora a intercambiarse en una relación de siete a uno, es decir, un dólar estadounidense equivale a siete yuanes chinos.
No es casualidad. Como sabrán muchos de nuestros lectores devaluar una moneda hace que las exportaciones de ese país sean más baratas, algo que puede contribuir a reducir el impacto de los aranceles impuestos por Donald Trump a los productos chinos. Pero esto no es todo, también encarece las importaciones, lo que significa que traer productos de Estados Unidos a China tiene hoy dos grandes problemas:
- Los aranceles, que suponen un incremento del coste total que debe asumir el importador, aunque puede repercutirlo después en los consumidores.
- Un yuan débil, lo que hace que el dólar sea más caro y que los productos importados desde Estados Unidos tengan un precio mayor en China.
Ya lo dijimos en su momento, China tiene más de un as bajo la manga y podría dar varios sustos al ejecutivo de Trump, que parece que todavía no termina comprender en qué «jardín» se ha metido, ya que de nuevo ha actuado de forma unilateral acusando a China de manipulación de divisa y ha anunciado que pedirá al FMI que tome cartas en el asunto para que el ejecutivo chino no pueda jugar con ventaja.
China niega las acusaciones, asegura que se limitan a seguir las directrices del FMI y ha lanzado un mensaje claro a Estados Unidos: seguirán tomando las medidas necesarias para que proteger sus intereses, y siguen instando a Trump a tomar consciencia de sus errores y a «bajarse del caballo antes de caerse por el precipicio».
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