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La nueva «economía del trabajo desde casa» continuará después del COVID-19
El aumento del trabajo desde casa ha sido una consecuencia de la pandemia del COVID-19, pero ha llegado para quedarse más allá del coronavirus según están prediciendo todos los analistas.
Lo último nos llega de un interesante informe del economista de Stanford, Nicholas Bloom, que nos pone en situación de una nueva realidad emergente con unos datos que van a sorprender a más de uno. El estigma asociado con el teletrabajo ha desaparecido y todo tipo de empresas, grandes y pequeñas, están desarrollando planes para impulsar el trabajo desde casa incluso sin pandemias.
El primer dato que nos sirve Bloom (increíble hasta hace unos pocos meses) es que un 42% de la fuerza laboral de los Estados Unidos ahora trabaja desde su hogar a tiempo completo. Otro 33% está parado en un testimonio del impacto salvaje que ha supuesto el cierre de la economía y el 26% restante, en su mayoría trabajadores de servicios esenciales, están trabajando físicamente.
Más sorprendentemente aún es el dato referido a la contribución al producto interior bruto de los EE. UU. En función de sus ganancias, la nueva «economía del trabajo desde casa» representa más de dos tercios de la actividad económica del país más poderoso del planeta. En la actualidad y en números absolutos, Estados Unidos es una economía que trabaja desde casa. El teletrabajo no solo es económicamente esencial, es un arma crítica en nuestra lucha contra el COVID-19 y futuras pandemias que están por llegar.
El economista ha entrevistado a responsables de docenas de empresas y un plan típico para el futuro es que los empleados trabajen en casa de uno a tres días a la semana y vayan a la oficina el resto del tiempo. Obviamente, no todos pueden trabajar desde casa. Solo el 51 por ciento de los encuestados, en su mayoría gerentes, profesionales y trabajadores financieros que pueden realizar sus trabajos en computadoras, informaron que podían trabajar desde casa con una tasa de eficiencia superior al 80%.
La mitad restante no puede funcionar de forma remota. Trabajan en servicios de venta minorista, atención médica, transporte o negocios, y necesitan ver clientes o trabajar con productos o equipos. Además, «muchos estadounidenses carecen de las instalaciones, equipos o capacidad de Internet suficiente para trabajar de manera efectiva desde su hogar», explica.
Más de la mitad de los encuestados que ahora trabajan desde casa lo hacen en habitaciones compartidas o en sus propias habitaciones. Y solo el 65 por ciento de los estadounidenses informaron tener una capacidad de Internet lo suficientemente rápida como para soportar videollamadas viables. El 35 por ciento restante tiene una conexión a Internet tan pobre en el hogar que impide el teletrabajo efectivo. Por no hablar de la ciberseguridad.
Consecuencias sociales del trabajo desde casa
En conjunto, esto está generando una bomba de tiempo de la desigualdad. «Nuestros resultados muestran que los empleados más formados y con mayores ingresos tienen muchas más probabilidades de trabajar desde casa, por lo que siguen cobrando, desarrollando sus habilidades y avanzando en sus carreras. Al mismo tiempo, aquellos que no pueden trabajar desde casa, ya sea por la naturaleza de sus trabajos, porque carecen de habilidades, del espacio adecuado o conexiones a Internet, se están quedando atrás y se enfrentan a perspectivas sombrías si sus habilidades y experiencia laboral se erosionan durante un cierre prologando», dice Bloom.
El economista también cita otras consecuencias sociales: El crecimiento de los centros de las ciudades se va a estancar. Durante la pandemia, una abrumadora proporción de empleados que se pasaron al teletrabajo trabajaban anteriormente en oficinas en las ciudades. «Calculo que la pérdida de su presencia física redujo el gasto diario total en restaurantes, bares y tiendas del centro de la ciudad en más de la mitad».
Este aumento en el trabajo desde casa está aquí para quedarse y el analista ve una disminución a largo plazo en los centros de las ciudades. Las ciudades más grandes de EE. UU. han experimentado un crecimiento increíble desde la década de 1980 a medida que los estadounidenses más jóvenes y formados se congregaron en zonas revitalizadas. Pero parece que esa tendencia se revertirá en 2020, con una fuga de actividad económica fuera de los centros de las ciudades. «Lo bueno es que esto será un boom para los suburbios y las zonas rurales».
«Dada la necesidad de distanciamiento social, las empresas con las que hablo están pensando en reducir a la mitad la densidad de las oficinas. Y en lugar de construir más rascacielos de oficinas, que ha sido el tema dominante en los últimos 40 años, predigo que el COVID-19 cambiará drásticamente la tendencia hacia parques industriales con edificios de baja altura», comenta. Y también habrá consecuencias para el transporte…
En definitiva, la nueva «economía del trabajo desde casa» es una realidad emergente que presenta desafíos a los que tendrán que enfrentarse empresas y trabajadores.
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