A Fondo
Las peores noticias tecnológicas del año: un 2020 para olvidar
2020 no ha sido un año fácil para nadie. Así que cuando hemos empezado a recopilar los que sin duda han sido los grandes fracasos tecnológicos de estos últimos 12 meses, no hemos tardado en encontrarnos con decenas de notas apuntando a todas direcciones.
Desde el pasado mes de enero, hemos visto cómo se ha recrudecido la guerra comercial que enfrenta a Estados Unidos y China, cómo los gigantes tecnológicos abusan (aún más) de su situación de privilegio o cómo el ransomware se ha convertido en un asunto tan serio, que ya preocupa a los principales departamentos de seguridad nacional. A esto hay que añadir que la tecnología, que prometía tantas cosas, ha mostrado sus costuras a la hora de protegernos de la pandemia.
Lo que detallamos a continuación son solo algunas de esas noticias que nos hubiera gustado no tener que dar: las peores noticias tecnológicas del año.
Estados Unidos y su obsesión por las compañías tecnológicas chinas
En 2020, el departamento de comercio de Estados Unidos ha intensificado su presión contra las compañías tecnológicas chinas. Lo ha hecho, como resulta ya más que notorio contra Huawei, pero no ha sido la única. Uno de los “culebrones” de este verano ha tenido como protagonista a Bytedance, responsable del desarrollo de la popular TikTok.
El caso contra Bytedance es aún peor que contra Huawei, ya que la Administración de Trump no se ha limitado a vetarla, sino que ha hecho y está haciendo lo posible para “partirla” y forzar su venta, algo que no tiene precedentes en ninguna democracia.
En el punto de mira del Gobierno de Estados Unidos también han estado otras empresas chinas como Tencent (bajo cuyo paraguas se encuentra también Epic Games, desarrollado del popular “Fortnite”) o WeChat, a la vez que según afirman las últimas noticias, podrían estar preparándose sanciones contra Alibaba.
Lo cierto es que estas sanciones y forma de actuar no sólo están suponiendo perjudiciales para las compañías asiáticas (Huawei se ha visto obligada a desprenderse de “Honor” hace tan solo unos días) sino también para las compañías tecnológicas americanas, que han visto afectada su fuerza comercial, con empresas como Qualcomm o Intel entre las grandes afectadas.
Cada vez más poder, en cada vez menos manos
“Abuso de posición dominante”, es una de las expresiones que más hemos escuchado últimamente, con compañías como Google, Apple, Facebook y Amazon como grandes protagonistas. Y es que la presión que han ejercido estas empresas sobre su competencia en los últimos años y la forma en la que la han desplazado, no sólo tiene muy poco de ético sino que, como empiezan a sospechar cada vez más organismos reguladores, podría ser injustificado e ilegal.
El último ejemplo de esta forma de actuar lo ha dado Google. Tras pasar cinco años ofreciendo de forma completamente gratuita ese por otro lado gran producto que responde al nombre de Google Fotos, acaba de anunciar que el almacenamiento ilimitado tiene un precio y que los usuarios tendrán que quieran seguir disfrutando del servicio, tendrán que pasar por caja. ¿Y cuál es aquí el problema?
Que durante los últimos cinco años Google no solo ha conseguido una base “cautiva” de usuarios, sino que además, con esa posición de apalancamiento, ha conseguido eliminar a su competencia, especialmente a las pequeñas startups: porque aunque de alguna forma siguen existiendo…¿alguien se acuerda ya de Flickr? ¿Y de 500px?
Y si es verdad que el pasado mes de junio los presidentes de las cuatro compañías pasaron por el Congreso de Estados Unidos para recibir un merecido “tirón de orejas”, también lo es que hasta el momento todas las recomendaciones que han hecho los expertos con el objetivo de limitar el poder que tienen estas multinacionales, siguen siendo solo eso: recomendaciones.
El fracaso de las aplicaciones COVID-19
En el área TIC, la crisis sanitaria provocada por el COVID-19 se ha saldado de forma agridulce. En el lado positivo, se ha demostrado que casi cualquier trabajo es susceptible de ser realizado a distancia y aquí, las soluciones de videoconferencia, los escritorios virtuales, las herramientas de colaboración y el cloud han probado tener más fortaleza de la que se esperaba.
En el menos bueno, las aplicaciones móviles con las que gestionar la pandemia. Porque aunque Google y Apple han unido fuerzas para proporcionar una API sobre la que construir todo tipo de Apps para el rastreo de contactos, lo cierto es que su implementación final no ha funcionado.
Y es que aunque desde un punto de vista técnico, funcionan correctamente, en la mayoría de las ocasiones han llegado tarde y mal, como en el caso de la española Radar COVID. Las implementaciones tardías o el no saber comunicar con eficacia a la población por qué es importante instalarlas, ha provocado que la mayoría de los ciudadanos hayan decidido no hacerlo, restándole de esta forma prácticamente toda su eficacia.
Un ransomware cada vez más profesional
No podemos despedir este año sin hablar del ransomware. De ser uno “ataque más” con los que los hackers ponen en su punto de mira a las organizaciones, se ha convertido en una auténtica “plaga moderna” que no deja dormir a los CISOs por las noches.
Ya el pasado mes de marzo, McAfee advertía que los ataques se habían incrementado nada menos que en un 25% con respecto al trimestre anterior y desde entonces, la situación ha seguido empeorando. Tanto, que el pasado mes de septiembre, al haberse infiltrado en una instalación sanitaria de Alemania, un ataque de este tipo se cobraba su primera víctima mortal.
Este año además las exigencias han ido a más. Las solicitudes de rescate de datos para algunas empresas han llegado a las siete cifras y entre los atacantes se ha puesto de moda hacerse con una copia de la información secuestrada, amenazando con hacerla pública (y en muchos casos cumpliendo con la amenaza) si ese rescate no se paga… en lo que ya se conoce como doxing o doble extorsión.
Y la amenaza funciona. Tanto que tal y como contábamos ayer, más de una cuarta parte de los afectados acaban por pagar el rescate que piden los ciberdelincuentes para recuperar sus sistemas, incumpliendo las recomendaciones de los distintos cuerpos de seguridad.
¿Un futuro plegable?
Por último, si nos movemos al terreno de los dispositivos, justo es reconocer que esperábamos mucho más de los “plegables”. Tras unos años sin apenas innovaciones interesantes en el “mundo smartphone”, las pantallas que se pliegan prometían ser esa “next big thing” con las que animar la industria.
No lo ha sido. En primer lugar, porque al menos de momento, al usuario le cuesta justificar el espectacular incremento de precio que representan. Y es que más allá de ese efecto wow inicial, no parece demasiado claro por qué alguien querría llegar a pagar casi 2.000 euros por tener esa posibilidad.
Lo más decepcionante sin embargo, es que a menudo esos móviles que se pliegan, lo hacen a costa de otras características que sí que son valoradas por los usuarios, como el tener una buena cámara, autonomía, o poder contar con un dispositivo resistente a golpes y caídas.
Por su aproximación al terreno de la productividad, el más interesante podría ser el Microsoft Duo,que aunque incluye conceptos interesantes, tiene dos grandes problemas: su pantalla no es auténticamente plegable (opta por un sistema de bisagras) y con un precio de partida de 1.400 euros, no ofrece muchas de las características premium que esperaríamos poder disfrutar en un terminal de esta gama.
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