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Intel mantiene su estrategia por diseñar, y fabricar, sus propios chips, y es todo un acierto

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Intel

Ayer tuvimos la oportunidad de participar en un evento especial donde Intel hizo un repaso a las claves más importantes del pasado año. No hay duda de que 2021 fue un año muy movido, pero también fue un año muy positivo para el gigante del chip, especialmente por la confirmación de su vuelta al sector de las GPUs de consumo general, por su aventura en el sector de las aceleradoras gráficas para servidores y centros de datos, por el importante avance que representan los Xeon Sapphire Rapids, y también por el punto de inflexión que ha marcado Alder Lake-S.

Sin embargo, no debemos pasar por alto la estrategia IDM 2.0. El propio CEO de Intel, Pat Gelsinger, ha hecho referencia a ella en más de una ocasión, y está claro que, con el panorama que hemos vivido en 2021, y lo que todavía nos queda por delante en 2022, esta representa todo un acierto por parte de la compañía de Santa Clara. Dicha estrategia consiste en que Intel no solo es capaz de diseñar sus propios chips, sino que también es capaz de fabricarlos.

Tener esa capacidad de producción propia ha tenido consecuencias importantes que hemos visto a lo largo de todo el año pasado. Al no tener una gran dependencia de terceros, Intel puede producir chips a su ritmo, y con una densidad de transistores superior, incluso, a la de compañías como TSMC. Esto tiene importantes implicaciones, entre las que podemos destacar una mayor capacidad de respuesta, y de maniobra, a situaciones de escasez de semiconductores, y también la posibilidad de trabajar, y de innovar, de forma independiente.

Antes de la crisis de los semiconductores del pasado año, muchos pusieron en duda la decisión de Intel de mantener sus fábricas de semiconductores, en vez de convertirse directamente en una compañía «fabless». Hoy, un año después de esa crisis, podemos ver que el gigante de Santa Clara acertó por completo. El silicio se ha convertido, haciendo una analogía simple pero efectista, en el «oro del siglo XXI», y poder trabajarlo y convertirlo en semiconductores de última generación marca una importante ventaja para cualquier gigante tecnológico.

Intel mantendrá esa estrategia de diseñar, y fabricar, sus propios chips, y también seguirá reforzando sus tecnologías de encapsulado y de apilado 3D, dos claves que seguirán marcando el futuro del sector, y es que, al final, el espacio en 2D presenta unas limitaciones cada vez más importantes, y la única manera de superarlas será mediante el apilado de chips.

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