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Australia cuenta con la primera computadora cuántica funcional a temperatura ambiente
Uno de los desafíos más importantes que supone utilizar, y mantener, una computadora cuántica reside en su temperatura óptima de trabajo y es que, a diferencia de lo que sucede con los ordenadores tradicionales, los modelos cuánticos no pueden funcionar correctamente a temperatura ambiente, necesitan entornos muy fríos para trabajar de forma óptima.
El Q System One, la primera computadora cuántica comercial de 20 cúbits, afrontó el problema de la temperatura recurriendo a la ingeniería criogénica, e incorporó un sistema de refrigeración gélido (273 grados C bajo cero) y totalmente aislado que funcionaba de manera continuada, lo que permitía que el equipo pudiera funcionar de manera estable y sin problema durante largas sesiones de uso. Si no se mantiene esa temperatura, los cúbits se degradan y el equipo no funciona como debe.
Posteriormente, los diferentes equipos de computación cuántica que se han ido desarrollando han incorporando diferentes tecnologías para reducir el mínimo de temperatura necesaria para conseguir ese umbral de funcionamiento óptimo, aunque es cierto que ninguno había sido capaz de funcionar a temperatura ambiente.
Esto ha cambiado gracias a Quantum Brilliance, una startup que ha conseguido desarrollar aceleradores cuánticos basados en diamantes, lo que les ha permitido crear la primera computadora cuántica que puede funcionar a temperatura ambiente. Se ha instalado en el Centro de Supercomputación Pawsey, situado en Australia, aunque la información es, por desgracia, bastante escasa, y es una pena ya que se trata de un logro muy importante.
Con todo, hemos podido sacar en claro que todavía se está buscando la manera de integrar estos nuevos aceleradores cuánticos con el resto de sistemas presentes en el centro para poder aprovecharlos plenamente. También está confirmado que esos aceleradores cuánticos de diamante aprovechan los centros de vacantes de nitrógeno de los diamantes, y que estos hacen posible conseguir el tiempo de coherencia más largo de cualquier estado cuántico a temperatura ambiente.
Gracias a este avance es posible eliminar el enorme, y costoso, sistema de refrigeración criogénica que se venía utilizando en los ordenadores cuánticos para mantener los cúbits en la franja de los 273 grados C bajo cero. Obvia decir que esto representa un paso importante de cara a la democratización de la computación cuántica, aunque no conocemos la potencia real que pueden alcanzar un equipo de este tipo, es decir, no ha trascendido su número de cúbits.
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