A Fondo
Alan Turing, el genio que se convirtió en padre de la informática y precursor de la IA
El 23 de junio de 1912, hace justo 110 años, nació en Londres Alan Turing, uno de los mejores científicos del siglo XX. No solo se convirtió en uno de los padres de la informática moderna. También fue uno de los precursores de lo que es la Inteligencia Artificial. Y gracias a sus descubrimientos, logro incluso influir en el curso de la historia.
Sus primeros 13 años de vida transcurrieron en la India, pues su padre trabajaba para la Administración Británica en lo que entonces era una colonia de Reino Unido. Su talento para las matemáticas fue evidente desde muy temprano. Ya de vuelta en el Reino Unido, fue admitido para estudiar matemáticas en la Universidad de Cambridge. Concretamente, en el King’s College. Después de graduarse se muda a Estados Unidos para estudiar en la Universidad de Princeton. Durante sus estudios primero, y su etapa como profesor después, trabajó con algunos de los científicos y matemáticos más relevantes de la época. Ente ellos Alonzo Church, que destacó en lógica; y John von Neumann.
Primeros trabajos y teorías
En 1936, cuando tenía solo 23 años, publicó un artículo que a día de hoy se considera como el punto de partida de la informática teórica. En él, que versaba sobre números computables, Turing establecía la definición de lo que era y lo que no era computable. Consideró computable todo lo que se podía resolver mediante un algoritmo. Es decir, siguiendo un conjunto de instrucciones que, al ir dando pasos sucesivos, conduce a solucionar un problema. Sencillamente, determinó que no era computable lo que no se podía resolver de dicha manera.
Poco tiempo después logró demostrar que había problemas que no tienen solución mediante algoritmos. Es decir, demostró que había problemas que no tenían solución, a los que denominó irresolubles. Pero no se contentó con idear este concepto, sino que creó una máquina para demostrarlo. Es la famosa máquina de Turing, que determinó como un dispositivo imaginario que al construirse sería capar de llevar a cabo cualquier tipo de operación matemática a través de un algoritmo. Nunca llegó a construirla, eso sí. No tenía los medios necesarios para ello.
Pero las teorías de Alan Turing con respecto a cómo funcionarían las bases de la informática a nivel teórico no quedaron aquí. Formuló numerosas teorías sobre los ordenadores futuros. Tantas, que incluso fue capaz de asegurar que los ordenadores podrían quedarse colgados. Es lo que él denominó problema de parada, y que detalló como el que sucedía cuando no había algoritmos capaces de determinar si una operación que está en marcha tendrá o no final. Es decir, que con este problema los ordenadores caerían en un bucle infinito. Para pararlo sería necesario detener la máquina y volver a encenderla. Es decir, reiniciarla, como hacemos hoy en día.
Bletchey Park y el papel de Alan Turing en la guerra
Poco a poco, su fama como matemático y científico fue creciendo, y pasado el verano de 1938 el gobierno británico lo llamó para encargarle la dirección de un equipo de criptografía en el centro nacional de cifrado del país, entonces ubicado en Bletchey Park. Su equipo era responsable del análisis de los códigos cifrados de la marina alemana, pero también romper el cifrado de los mensajes de las famosas y temidas máquinas de transmisión Enigma, las encargadas de pasar las órdenes a los submarinos nazis que navegaban por el Océano Atlántico.
Se trataba de un encargo extremadamente complicado, pero el equipo de Turing logró romper el cifrado de enigma y su trabajo fue de vital importancia para que la victoria en la II Guerra Mundial cayese del lado de los aliados. No solo eso, sino que el trabajo de Alan Turing y su equipo redujo la dirección de la guerra, según se estima, entre dos y cuatro años.
Durante su trabajo en Bletchey Park, Turing ideó unas máquinas para romper el cifrado de Enigma. Se les llamó máquinas Bombe y se llegaron a producir más de 300 unidades entre Reino Unido y Estados Unidos. Pero tras la guerra se ordenó destruirlas, junto con toda la documentación de su creación y funcionamiento.
Pasada la guerra, Turing intentó construir una máquina con las mismas funciones y capacidades que tiene el cerebro de los humanos. Además, tomó parte en el diseño del ACE (Automatic Computer Engine, es decir, Motor de computación automático), considerado como uno de los primeros ordenadores, y que era capaz de resolver varios problemas a la vez y de almacenar un programa en memoria.
En 1947 ocupó el puesto de Director del Computing Machine Laboratory, en Manchester. Allí creó otro ordenador, al que llamó MADAM, un ordenador que todavía almacenaba un solo programa en su memoria, pero con más capacidad que el ACE.
Ya en su etapa en el Computing Machine Laboratory de Manchester, Turing se mostró muy interesado en el concepto de Inteligencia Artificial, y como en muchos otros campos, su contribución a su desarrollo posterior fue teórica.
Su gran legado en este campo es un estudio, titulado Computering Machinering and Intelligence, publicado en 1950 y en el que establecía lo que son las bases de la Inteligencia Artificial como la conocemos. En él aparece la famosa Prueba o Test de Turing, que establecía el criterio para juzgar si una máquina es inteligente o no. Lo hacía con base en las respuestas dadas por el ordenador a la prueba. Si estas no se podían distinguir de las que daba un humano, entonces se la consideraba como inteligente.
El final de su carrera: su detención y condena por homosexualidad
A mediados del siglo XX ser homosexual estaba considerado un delito en multitud de países. Entre ellos, Gran Bretaña. Y Turing, consciente de su homosexualidad desde sus años universitarios, fue detenido en 1952 tras un incidente con Arnold Murray, con quien mantenía relaciones por entonces. Ese mismo año fue condenado a dos años de cárcel por homosexualidad, pero consiguió la libertad condicional a cambio de someterse a un tratamiento para «curar» la homosexualidad a base de hormonas, y que en la práctica era prácticamente la castración química. El tratamiento le provocó graves problemas de salud y le llevó a una depresión.
Solo dos años más tarde, el 7 de junio de 1954, falleció. La causa oficial entonces fue suicidio, ya que se considera que tomó cianuro con el que previamente había inyectado una manzana que se encontró junto a su cuerpo, mordida. Pero las dudas sobre su muerte siguen sin resolverse, ya que se cree incluso que su muerte pudo ser accidental, por el tipo de experimentos que realizaba cuando murió.
La forma en la que Alan Turing fue tratado por las autoridades británicas fue vergonzosa, y no fueron pocas las voces que no solo entonces, sino muchos años después, han mostrado su disgusto y enfado porello. Prueba de ello, y de la estima en la que le tenían sus colegas, en 1966 se creó un premio en su honor, que lleva su nombre, que se otorga cada año a la persona que haya realizado la mayor contribución al mundo de las ciencias de la computación. Es el Premio Turing, que tiene tanta relevancia que se le considera el Premio Nobel de la informática.
Pasadas varias décadas, y después de una campaña pública a favor de Alan Turing que condenaba el trato que se le dio en su día, en 2009, el que era entonces el Primer ministro británico, Gordon Brown, pidió disculpas públicas por, literalmente, la manera «espantosa» que había sido tratado. La propia reina Isabel II, en 2013, le indultó de manera póstuma. En 2017 se aprobó una ley en Reino Unido, a la que popularmente se conoce como Ley Alan Turing, y que otorgó el indulto retroactivo a los condenados o amonestados por las leyes que prohibían las relaciones homosexuales.
No solo eso, sino que en la actualidad Turing aparece en un billete emitido por el Banco de Inglaterra y lanzado en 2021, con un valor de 50 libras. Pocos años antes, en 2019, un programa de la BBC lo nombró la persona más importante del siglo XX. Tal es la importancia de su figura y su obra, que sentó las bases de lo que hoy es la informática moderna, y sus fundamentos teóricos siguen estando vigentes.
Foto Apertura: Jon Callas
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