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Trampas en los exámenes y pagos para conseguir un puesto en el sector tecnológico

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En Whatsapp, en Telegram, en Instagram, en TikTok, en Youtube o en el marketplace de Amazon. Cualquier lugar es bueno, si se busca como se debe, para encontrar los exámenes, con sus respectivas respuestas, que nos den acceso a una certificación técnica para nuestro currículo, y por ende, a un puesto de trabajo o a una mejora de sueldo. Esta se ha convertido en una práctica muy habitual en Estados Unidos.

Según datos de la empresa de investigación IDC, el mercado estadounidense de educación y formación en Tecnologías de la Información incluye pruebas de certificación que puede llegar a mover unos 1.400 millones de dólares al año, o lo que es lo mismo, unos 1.350 millones de euros. Se ha convertido en un negocio para los emisores de estas pruebas y en un reclamo para las empresas pero, ¿y para los trabajadores? Para ellos supone un desembolso económico y de tiempo importante, por lo que no se la pueden jugar e intentan aprobar a toda costa.

Las empresas, independientemente de su sector o de su envergadura, precisan de complejas redes de servidores, bases de datos y otras tecnologías, ya que hoy en día todo está digitalizado. Rara es la empresa que no exige que sus trabajadores posean conocimientos específicos sobre herramientas como Slack, LinkedIN, Microsoft, Amazon, Google o Salesforce.

Y estas empresas necesitan comprobar que sus trabajadores están formados en los sistemas informáticos principales y que cuentan con la preparación necesaria para instalarlos y ponerlos en marcha. ¿Se imaginan no saber asegurar un conjunto de datos en Google Cloud o no saber conectar un router Cisco, a pesar de poner en el currículo que se es un experto en la materia? ¡Pues ha pasado!

¿Se imaginan montarse en un avión y que el piloto haya falsificado las respuestas del examen para la obtención del título? Recientemente hemos conocido el caso de un trabajador que llegó a convertirse en vicepresidente de TI en un gran banco falsificando certificados. Incluso llegó a hacer un examen de la plataforma Azure de Microsoft, para el que pagó una importante cantidad, después de memorizar todas las respuestas que buscó en Internet.

Un problema que no se ataja

España, Estados Unidos y el mundo en general sufre el fenómeno de la ‘titulitis’ y por ello, los que están en situación de desempleo o simplemente los que quieren mejorar su nivel de vida, aspiran a una certificación como vía rápida para acceder al sector tecnológico, sin necesidad de un título universitario (más costoso) que les dé estabilidad.

Además las empresas salen ganando, ya que les es más sencillo subcontratar el mantenimiento a tercera empresas de TI con técnicos certificados que disponer de departamentos especializados.

¡La corrupción es imparable! Casi la mitad de las titulaciones tecnológicas que se emiten en todo el mundo se obtienen de forma fraudulenta. El problema es que las empresas, a pesar de que son conscientes del problema, no lo atajan de raíz, y prefieren despedir al trabajador en lugar de iniciar una investigación en profundidad sobre los métodos de obtención de sus certificaciones.

Obviamente en la mayoría impera la ley del mínimo esfuerzo, pues copiar no es nuevo y ha existido toda la vida.

Pero otros motivos son por ejemplo la falta de tiempo para memorizar extensos temarios o el poder adquisitivo, ya que no se pueden permitir suspender porque no se podrían permitir económicamente volver a presentarse. Si quieres acceder al sector la tasa del examen la pagas tú, pero si perteneces a una empresa, normalmente ésta suele acarrear con los gastos.

Las empresas también tienen parte de culpa, ya que los proveedores suelen ofrecer a las empresas de consultoría y asistencia técnica mejores ofertas en sus productos si las firmas cuentan con más trabajadores certificados en plantilla. De este modo la empresa sería más atractiva para los clientes y éstos obtendrían descuentos en productos informáticos.

La consecuencia

Esta mala praxis genera un efecto secundario demoledor para:

  • Las empresas. Se ven dotadas de personal no cualificado y ofrecen un servicio deficiente. A esto se le suma el tiempo que deben invertir en investigar quién comete irregularidades y quién no.
  • Los consumidores. Ya que los servicios que se le prestan están ofrecidos por personas no preparadas, por lo que supone un peligro inminente para ellos.
  • Los legales. Aquellos aspirantes que verdaderamente hacen un trabajo de estudio y preparación meticuloso.
  • Las empresas de certificados. Si se populariza el fenómeno de copiar la gente al final acaba devaluando este tipo de certificaciones, por lo que pierde su eficacia y su carácter extraordinario. ¡Cualquiera puede obtenerla!
  • La mentalidad. Aunque parezca mentira podría alimentar conceptos nocivos en la sociedad como el racismo, al interiorizarse como normal que una persona de un país en vías de desarrollo (como la India) pueda copiar para acceder a una certificación.

La solución

Cambiar el formato de los exámenes. Muchas de las preguntas se reutilizan durante meses, e incluso años, y los aspirantes las memorizan para luego colgarlas en Internet y ganarse un dinero con ello. Hay hasta foros en los que se corrigen de forma conjunta las respuestas de los exámenes y donde se pueden comprar por apenas 10 euros.

Hay empresas como ServiceNow que analiza los datos para identificar respuestas similares o la empresa de ciberseguridad Red Hat, que evita las preguntas tipo test y opta por exámenes prácticos.

Personas incluso se están infiltrando en grupos de Telegram para compartir los exámenes de sus empresas con el objetivo de dar con los consumidores y cortar así parte del tráfico de exámenes.

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