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El fin de Neeva, que no logró convencer a los usuarios de Chrome para pagar por privacidad
Poco antes de cumplir dos años, los creadores del buscador Neeva, que prometía ser una alternativa al buscador de Google centrada en la privacidad, y de pago, ha anunciado que cesa su actividad prácticamente de inmediato, Fundada, según Computerworld, por dos antiguos directivos de Google, ha dejado ya de funcionar, según un anuncio que no ha hecho excesivo ruido.
Según han manifestado sus creadores, «una cosa es desarrollar un motor de búsqueda, y otra muy distinta convencer a los usuarios habituales de cambiarse a una opción mejor. Desde los inconvenientes innecesarios para cambiar la configuración de búsqueda por defecto, a los problemas a la hora de ayudar a la gente a entender la diferencia entre un motor de búsqueda y un navegador, conseguir usuarios ha sido realmente difícil. Al contrario de lo que parece, convencer a los usuarios de pagar por una experiencia mejor fue, de hecho, un problema menos complicado que hacerles probar un motor de búsqueda nuevo«.
Estos problemas, unidos a un entorno económico distinto al que pensaban tener cuando empezaron su proyecto, han hecho que el equipo de Neeva tenga claro que no hay futuro en la búsqueda de un modelo de negocio sostenible en el sector de la búsqueda de consumo.
Poco después de confirmar el cierre del navegador, la empresa dedicada al software de bases de datos Snowflake, confirmó que tenía intención de comprar Neeva, con el objetivo de reconvertir su producto hacia una función para ofrecer a los clientes de sus productos un modo más eficaz de buscar información en documentos y datos internos. No ha esperado mucho para hacerlo. La compra ya se ha efectuado, y el equipo de Neeva se ha unido a Snowflake
Quienes no hayan utilizado nunca Neeva, es decir, la mayoría de usuarios de Internet, a juzgar por sus cifras, su punto fuerte y razón de ser era ofrecer una experiencia de búsqueda parecida a la de Google pero centrándose en la privacidad, y sin incluir publicidad, a cambio de una suscripción de seis dólares mensuales.
Su enfoque, por tanto, era pagar por conseguir más privacidad que con Google. Pero ahí precisamente empiezan sus problemas. Porque, nuevamente, la teoría no es lo mismo que la práctica, y esta tiene que ver con la percepción de la privacidad de Google y cómo es en realidad. Muchas empresas y entidades de Internet quieren convencer a los usuarios de que Google vende los datos más privados y sensibles de los usuarios a cualquiera que pague por ellos. Pero en realidad, Google no hace nada con esos datos que sea particularmente problemático.
Lo que hace Google es utilizar la actividad de búsqueda y navegación web de los usuarios para desarrollar un perfil privado de sus intereses. Ese perfil, después es el que determina qué publicidad aparece a esos usuarios mientras navegan, de manera programática y respetando la privacidad de sus datos más personales.
Google asegura que solo utiliza loa datos de manera interna, y como parte de un sistema automatizado. Este sistema, de manera programática, elige publicidad que cree que va a ser relevante y de interés para un usuario concreto, en función de lo que ha ido viendo a lo largo de un tiempo. Actúa de esa manera en vez de servirle aleatoriamente publicidad que en principio no tiene nada que ver con lo que le preocupe o interese.
Por tanto, esta publicidad no segmentada sería, por un lado, menos útil e interesante para el usuario, y por otro, menos efectiva en cuanto a rendimiento. Por descontado, Google hace esto también para ganar dinero y ofrecer servicios a sus usuarios de manera gratuita. El problema de Neeva, por lo tanto, parece que ha estado ahí: una cosa es que a la gente no le guste que utilicen sus hábitos para enviarle publicidad, y otra muy distinta conseguir que cambien esos hábitos.
Además, al utilizar Neeva, no se podría apreciar que los resultados conseguidos al buscar con su motor fuesen mucho mejores que los conseguidos con Google. En realidad, eran muy parecidos, así que muchos de sus usuarios debieron llegar a la conclusión de que contar con publicidad personalizada a cambio de buscar información gratis no era un problema tan grave como para pagar seis dólares al mes por no ver publicidad con resultados parecidos.
La privacidad, eso sí, es muy importante a la hora de proteger datos personales de aplicaciones y servicios que venden y comparten información de maneras incluso desconocidas, algo que puede deberse en muchos casos al software integrado en un teléfono móvil y no a Google. Pero pagar por no recibir publicidad programática, lo que sucede con el buscador de Google, es otro tema, mucho más complicado de encajar para un usuario convencional. En esos casos, tienes que ofrecer algo a cambio que lo diferencia.
Neeva no lo ha conseguido, a pesar de que empezó hace unos meses a integrar Inteligencia Artificial en su oferta de búsqueda. Esto incluso llevó a sus usuarios a pensar que se trataba de una reacción ante las tendencias actuales y no a una característica distintiva del servidor. Porque el resto de buscadores empezaron más o menos por las mismas fechas a incorporar la IA a sus sistemas. la propuesta central de Neeva, además, seguía centrada en la privacidad y la falta de confianza en la publicidad.
Google, por supuesto, no es invencible, y Neeva no es más que una compañía pequeña que no ha conseguid su objetivo. Pero su historia pone de manifiesto que quizá solo con la publicidad no se puede convencer a la gente para que cambie de buscador y que además pague por utilizar uno.
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