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Opinión

¿Deberían despedirte por comprar IBM?

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«A nadie le despidieron por comprar un IBM». Es una de las frases que más se han repetido en el mundo de la tecnología durante las últimas décadas. Aunque es difícil precisar su origen, se sabe que comenzó a circular en los departamentos IT de muchas empresas durante las décadas de 1970 y 1980, cuando IBM era la gran marca dominante en el mundo de la informática corporativa.

Su trasfondo es que en ese momento para los CIOs IBM era una apuesta tan segura, que incluso si algo salía mal, nadie los culparía o despediría por haber escogido una marca tan respetada. Al mismo tiempo, lo que se convirtió en un auténtico mantra en la industria, reflejaba posiciones muy conservadoras, como una completa aversión al riesgo (pero también a la innovación), conformismo con el status quo y confianza ciega en los grandes proveedores.

Lo cierto es que durante muchos años, esa ecuación ha funcionado como un reloj. Pero en los últimos tiempos, donde la transformación digital necesita un extra de agilidad y la tecnología es cada vez más compleja, tal vez ese reloj ha comenzado a evidenciar que se estropea con más frecuencia.

Pongamos por ejemplo el caso de McDonald’s, que acaba de poner fin a un proyecto que planteaba un sistema de pedidos en el drive-through impulsado por inteligencia artificial, precisamente desarrollado por IBM, después de una serie de incidentes. Entre los más destacados, el añadir 200 dólares en nuggets de pollo al pedido de un cliente, o el poner bacon como sabor extra en algunos helados. Los expertos consideran que el sistema tan solo procesó correctamente el 85% de los pedidos y aún así, más del 20% requirieron intervención humana.

Lo de McDonald’s sin embargo es poca cosa si lo comparamos con el escándalo que en el último año ha afectado al servicio postal británico y Fujitsu. El caso, del que dimos cuenta en MCPRO, provocó en los años 90 que casi 1.000 directores de oficinas postales del Reino Unido fueran enviados a prisión, siendo acusados injustamente de corrupción. El problema, como se demostraría más tarde, el pésimo desempeño de Horizon IT, un ERP cuyos fallos y errores provocaron el caos en la empresa.

Corrieron también ríos de tinta sobre la implementación del ERP de SAP en la cadena de supermercados Lidl: duró siete años, costó más de 500 millones de dólares y acabó siendo abandonada en 2018. Una suerte similar experimentó Hwershey’s, la chocolatera más grande de Estados Unidos, que tras invertir más de 100 millones de dólares, tuvo que renunciar a migrar desde Siebel a SAP.

En España también hemos hecho nuestros propios «deberes». El desarrollo del «SII» (Suministro Inmediato de Información) para la gestión del IVA, por parte de IBM para la Agencia Tributaria, enfrentó múltiples dificultades durante su implementación; la puesta en marcha de HERMES en el servicio madrileño de salud fue un quebradero de cabeza continuo, y el desarrollo del servicio de administración electrónica en Catalunya por parte de Oracle y Everis se convirtió en un pequeño infierno.

Es verdad que cuando de lo que hablamos son de grandes proyectos de transformación digital (y desde luego ninguno es más crítico que la puesta en marcha de un ERP o su migración a otro proveedor) los riesgos a los que se enfrenta la empresa son altos, teniendo en cuenta que además puede haber muchos puestos de trabajo en juego. Y es comprensible que esto lleve a los CIOs a confiar en grandes nombres, establecidos desde hace décadas en la industria, por su presumible calidad y garantías de que van a dar el soporte adecuado ante cualquier problema durante el proceso.

Pero también lo es que esto puede desviar la mirada de esos profesionales de otras opciones que tal vez sean más adecuadas a la hora de afrontar sus necesidades específicas. Opciones que no solo pueden funcionar mejor, sino que generalmente, van a resultar más económicas. Y en ese sentido, antes de lanzarse de forma acrítica a los brazos de una big tech, tal vez conviene considerar previamente si realmente está ofreciendo la mejor plataforma para este caso en particular, si es la más moderna o la más flexible, si cuenta con el mejor talento para ese proyecto y si realmente conviene desde el punto de vista financiero.

Tal vez, probablemente sea así, el resultado de esa reflexión apunte a que efectivamente nombres como los de IBM, Oracle, SAP o AWS son los más interesantes para acometer ese proyecto; pero es bueno no dar las cosas por sentadas.

Periodista tecnológico con más de una década de experiencia en el sector. Editor de MuyComputerPro y coordinador de MuySeguridad, la publicación de seguridad informática de referencia.

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