A Fondo
Diez motivos por los que fracasan los proyectos de transformación digital
Comentaba Joaquín Abril-Martorell en una entrevista reciente, que «el 85% de las empresas que inician un proceso de transformación digital, acaban fracasando». Abril-Martorell se refería en su respuesta a un célebre informe publicado por la consultora McKinsey Digital en el que se analizan las causas de ese fracaso a la hora de emprender un nuevo proceso de digitalización en la empresa.
Pero tal y como se explica en el documento, no hay un único motivo que por sí mismo sea capaz de justificar ese fracaso. La falta de consenso a la hora de definir objetivos claros, la resistencia al cambio, un liderazgo débil, una mala planificación a la hora de integrar la tecnología o no prestar atención a lo que el cliente realmente quiere, se encuentran entre las razones principales. Veamos a continuación de qué forma explica la consultora cada uno de estos motivos.
Falta de consenso a la hora de definir la propia transformación digital
Digitalizar el qué y para qué. Saber qué es transformación digital y qué es simplemente, añadir más tecnología. Este es uno de los primeros escollos a los que se enfrentan las compañías que inician este proceso.
Mientras que el CIO puede ver la transformación digital como un modo de ser más eficiente en las operaciones IT, el CMO puede considerar que es un modo para incrementar la fidelización de los clientes de la compañía. Las dos respuestas son válidas, pero es necesario tener una visión global de todo el proceso.
Falta de liderazgo en la organización
En muchas organizaciones hay una falta clara de liderazgo, comenzando desde el propio CEO de la empresa, que se ven incapaz de guiar o respaldar una estrategia coherente.
Como indica el informe de MCKinsey, «una precaución excesiva y el miedo a lo desconocido, acaban paralizando la acción de los CEO. ‘En el entorno actual, hacer cambios incrementales es como reorganizar las tumbonas del Titanic'» indica.
Es cierto que cualquier proceso de transformación digital exige el trabajo de todos los miembros de la empresa, pero también lo es que es necesario un liderazgo claro en el que el CEO tome las riendas.
Falta de claridad
Cuando no hay un liderazgo claro, la transformación digital se «diluye» en decenas de proyectos de todo tipo, que difícilmente están alineados con los objetivos de negocio, crecimiento o customer engagement de la empresa.
Se invierten recursos, personal y tiempo en demasiadas cosas que a medio plazo, no reportan un beneficio real.
Resistencia al cambio
Cambiar para crecer, dar unos pasos atrás para saltar… cuando la organización se encuentra cómodamente instalada en su «espacio de confort», la transformación digital puede convertirse en un auténtico desafío.
Si esto ocurre en el nivel directivo, a medida que se «baja por la escala», esta resistencia al cambio se materializa en la defensa a ultranza de pequeñas parcelas de poder adquiridas con el tiempo, a exhibir una cultura de silos que no funciona y a incluso «torpedear desde dentro» nuevas formas de trabajar que podrían conseguir que la empresa fuese mucho más ágil y productiva.
Dificultad a la hora de identicar el qué y el cómo
En el otro lado de la balanza, también es cierto que muchos CEOs son conscientes de que ha llegado el momento de encarar un proceso de transformación digital. Son conscientes de que la digitalización de su compañía es poco menos que inevitable y realmente saben por qué tienen que cambiar.
Sin embargo no tienen tan claro qué es lo que hay que cambiar y cómo tienen que hacerlo. Es decir, son buenos a la hora de identificar las causas del problema, pero no tanto a la hora de determinar posibles remedios.
Por otro lado, uno de los principales retos a los que se enfrentan las empresas es conciliar su posible estrategia de cambio digital con los sus objetivos financieros a corto y largo plazo. Y es que como indica el informe «a veces las decisiones tomadas a corto plazo, no son las mejores a largo plazo».
El ritmo del cambio no es el adecuado
La digitalización no espera a nadie. Y sí, es probable que cuando queramos darnos cuenta y decidamos adoptar una tecnología nueva, a lo mejor «ya ha pasado de moda».
Sin ánimo de exagerar, lo cierto es que el informe indica que sólo el 4% de las compañías han sido capaces de completar la mitad de su inversión en su proyecto de transformación digital a lo largo de un año. La mayoría en cambio se demoran en este proceso de dos, a tres años.
Si bien sobre el papel puede parecer que no es mucho tiempo, cuando hablamos de transformación digital, en un contexto en el que las cosas avanzan tan rápido, no ser ágiles a la hora de invertir al ritmo adecuado, puede convertirse en un serio problema.
Falta de talento
No hace falta recordarlo. Los procesos de digitalización requieren, en la mayoría de las ocasiones, contar con talento nuevo. Son pocos los procesos de transformación que no exigen contratar nuevos ingenieros, desarrolladores de software, responsables de producto, etc.
Por no hablar de las nuevas profesiones IT más demandadas del mercado, como pueden ser científicos de datos, ingenieros DevOps, auditores de seguridad o profesionales con experiencia en machine learning y IA.
En un mundo hipercompetitivo, cada vez más intensivo en el uso del dato, no sólo es complicado captar el talento necesario sino también, ser capaces de retenerlo. Incluso en algunos mercados, la demanda es tal que supera ampliamente la oferta.
Cuando la integración falla
Otro problema intrínseco de los procesos de transformación digital está directamente relacionado con la falta de integración de tecnologías y procesos, además de su falta de alineación con los objetivos de la organización.
Así, el informe asegura que no son precisamente pocos los CIOs que se «dejan seducir» por tecnologías como IoT, chatbots, machine learning o Inteligencia Artificial pero que a la hora de desplegarlas en la infraestructura IT de su compañía, lo hacen de forma aislada o en proyectos de poco valor estratégico en lugar de hacerlo como parte de una proposición de valor integrada.
Falta de dinero
Los procesos de transformación digital pueden empezar a morir lentamente una vez que los costes de implementación o de operación superar los supuestos ahorros que se pretendían conseguir, o no consiguen cumplir con el teórico crecimiento de los ingresos.
Falta de continuidad
Un cliché del sector: CIOs que presumen del proceso de transformación digital en el que acaban de embarcar a la compañía, para después cambiar de empresa a los pocos meses de haberlos puesto en marcha.
De la noche a mañana perfiles de LinkedIn que cambian de «CIO global de X» a «CDO de Y» o incluso a «en busca de nuevas oportunidades». Es curioso observar la falta de compromiso con proyectos concretos que muestran muchos CIOs en la actualidad, tal vez más preocupados por el próximo incremento de sueldo en la empresa de la competencia antes que completar sus proyectos.
Así, muchas de las iniciativas que se ponen en marcha al «calor de la transformación digital», acaban por acumularse en la pila de proyectos IT que han fracasado.
Imagen: McKinsey Digital
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