China bloquea las exportaciones de sus CPUs a Rusia

Ha sido toda una sorpresa, pero ya está confirmado. China ha decidido bloquear las exportaciones de sus CPUs a Rusia, un movimiento que afecta a los procesadores Loongson. Estos chips no pueden ser considerados como de última generación, y tampoco son los más potentes del mercado, pero se percibían como un importante balón de oxígeno para un país que, tras iniciar una guerra contra Ucrania, ha ido quedando cada vez más aislado.

Los procesadores Loongson están fabricados en 12 nm, ofrecen un rendimiento bruto similar al de los procesadores AMD Zen de primera generación, y han sido diseñados para escalar fácilmente en configuraciones de entre 4 y 16 núcleos. Esto último es muy importante, ya que implica que son viables tanto para equipos de consumo general como para servidores y equipos profesionales, siempre teniendo en cuenta lo que hemos dicho al hablar de su rendimiento bruto.

Que China haya vetado las exportaciones de sus CPUs a Rusia es un problema importante para el gobierno de Putin, que llevaba un tiempo buscando alternativas tras el establecimiento de una sanción que le impide acceder a semiconductores que tengan más de 5 GFLOPs de potencia, o que trabajen a más de 25 MHz. Fue un golpe durísimo porque esto supone un retroceso tecnológico enorme para cualquier país.

Podríamos pensar que China ha dado este paso por el conflicto en Ucrania, pero eso no tiene nada que ver. Dicho país ha tomado esa decisión por una cuestión de seguridad nacional, y es que esas CPUs se utilizan en el entramado tecnológico del ejército chino, y por tanto no quieren que Rusia tenga acceso a ellas. Se comenta que en un primer momento esto no tendría un gran impacto sobre nuestro vecino de los Urales, pero la verdad es que esto dependerá de cómo evolucione el acceso de Rusia al mercado gris de procesadores.

China lo tiene claro, quiere que sus CPUs Loongson tengan un acceso totalmente restringido, y que solo se puedan utilizar a nivel local. Tiene sentido por una cuestión de seguridad nacional, pero también por todo lo que respecta a disponibilidad y a la capacidad productiva de dicho país, que resulta bastante limitada.

En cuanto a Rusia, está claro que las sanciones llevan tiempo pasándole factura, pero su ubicación, sus socios y el poder incuestionable que ejerce Putin están evitando que estas tengan las consecuencias naturales que veríamos en un país occidental democrático.