A Fondo
The Embassy San Francisco, una comuna 3.0
¿Qué tienen en común una doctora en neurociencia, un emprendedor que acaba de lanzar su start-up y un inversor de capital riesgo en busca de apoyo a proyecto tecnológicos? Pues aparte de su amor por la ciencia y la tecnología, es que estos tres sujetos viven en un mismo lugar, en The Embassy, en San Francisco.
Hay quien la define como una comuna 3.0, pero básicamente es un lugar que tiene como objetivo acoger a jóvenes brillantes y con grandes ideas, pero que no pueden hacer frente a los precios de la vivienda en Silicon Valley, una de las localizaciones más importantes en el mundo de la innovación tecnológica.
Este movimiento ha sido creado por Jessy Kate Schingler y se define como un experimento consistente en «crear una casa alrededor de un propósito y una intención«. Aquellos que quieran formar parte de ella deberán contar con una personalidad curiosa, analítica y comprometida.
The Embassy abrió sus puertas de hace poco más de un año, en agosto de 2012, y ha sido todo un éxito. A su buzón de correo electrónico llegan decenas de solicitudes a diario. “Queríamos crear una comunidad abierta que elevase el listón de la excelencia y la ambición”, explica Schingler en su página web, en la que afirma que el único secreto para acceder a su comuna de genios es «identificar los factores que te hacen especial, excelente”
Schingler dejó su trabajo en la NASA y se mudó a San Francisco con un objetivo, convertir una mansión de ocho dormitorios, cerca del Alamo Square, en una residencia para creativos y emprendedores. En su aventura la acompañaban su pareja y un amigo. La inversión primera fue muy importante, ya que la reforma que hizo fue bastante compleja.
El objetivo de ésta era adaptar los dormitorios y crear salas multifuncionales que tuvieran utilidad para los residentes o para cualquier interesado. Con este objetivo Schingler creó la fundación Open Door Development, una organización que pone a disposición de estudiantes y emprendedores estos espacios a cambio de un alquiler ajustado a sus necesidades.
Open Door Development ofrece cursos y talleres que ayudan a sus miembros a crecer tanto personal como profesionalmente y para estos servicios no necesitan una localización específica, ya que son capaces de adaptarse a las necesidades de sus clientes.
Con un objetivo parecido, Jordan Aleja Grader y su compañero Justin Rosenstein, ingeniero de Facebook, reformaron en Mission District una mansión de 6.825 metros cuadrados, la llamaron Agape, que en griego significa Amor. Un nombre que a Rosenstein le pareció muy apropiado ya que el lideró el equipo que creó el famoso botón «like» de Facebook.
En la misma línea, Tom Currier, de tan solo 22 años, dejó sus estudio en el programa de ciencias de Stanford cuando consiguió 100.000 dólares gracias a la beca Thiel y fundó varias «casas tecnológicas» en el Área de la Bahía: Dragon Stone, The Lodge, Olympus y Founder’s Nest y próximamente se está planteando abrir una en Tahoe.
Al otro lado de San Francisco, jóvenes «tecnócratas» se están haciendo con contratos de arrendamiento de grandes fincas y transformándolas en modernas comunas. A diferencia de los «albergues para hackers», estos espacios de convivencia son lugares para aquellos emprendedores que buscan un lugar permanente y adoptan una filosofía de vida comunitaria: comida compartida, cenas familiares, actividades beneficiosas para el grupo, como salas de yoga, boleras y un mayor espacio personal.
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