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Clinton también pide a Silicon Valley la no encriptación
Si ayer mismo hablábamos de en qué términos se pronunciaban los candidatos republicanos (que están haciendo campaña para sus primarias) en lo que se refiere a ciencia y tecnología, hoy toca hablar de una de las principales candidatas para las primarias del partido demócrata, la ex-primera dama Hillary Clinton que, influenciada sin duda por los recientes ataques terroristas en París, ha pedido a las grandes empresas de Silicon Valley que no sean tan obstinadas en su defensa de la absoluta privacidad, según informa CNet.
Afirma Clinton que, en el ya largo debate sobre la privacidad, ahora se dan unas condiciones en las que la industria tecnológica no puede ignorar las necesidades del gobierno federal de Estados Unidos para poder dar caza a los extremistas. –Necesitamos que Silicon Valley no vea al gobierno como un adversario–, llegó a afirmar.
No es la primera voz dentro del partido que envía mensajes en este sentido. Esta misma semana, la senadora demócrata Dianne Feinstein, sugirió que las tecnológicas están ayudando a los terroristas al permitir que puedan cifrar sus comunicaciones de una manera muy sencilla. «Si creas un producto que permite a los monstruos (evil monsters) comunicarse de esta manera… eso es un gran problema», afirmó la senadora. A este respecto, no obstante, hay que recordar que, al menos de momento, no hay ninguna prueba sobre la que sostener que los terroristas emplearon sistemas cifrados para comunicarse. Es más, el móvil encontrado en las inmediaciones de la sala Bataclan, del que se ha podido recuperar un mensaje SMS y otras informaciones, no estaba cifrado.
La lucha de la administración federal, así como de los principales responsables de seguridad y justicia de Estados Unidos, en contra del cifrado total no es nada nuevo. Hace unas semanas, en el evento WSJLive, el director de la NSA, almirante Michael Rogers, afirmaba que es necesario que exista una puerta trasera por la que, en determinadas circunstancias, las autoridades puedan saltarse los sistemas de cifrado. Y cada vez más jueces de todo el país están reclamando medidas que les permitan acceder, en determinadas condiciones, al contenido de teléfonos móviles cifrados.
El problema, el gran problema, es que en su momento las tecnológicas sí que permitieron ese acceso, y no sólo en unas determinadas condiciones, no, ilimitado. Eso sí, excluyendo del mismo (al menos que sepamos) a los ciudadanos estadounidenses. Y, lo que podría haber sido una extraordinaria herramienta de seguridad, se convirtió en una especie de fiebre por recopilar toda la información posible, no sólo la que fuera necesaria. Ahora las autoridades no piden eso, no quieren un acceso libre e ilimitado, sino la habilitación de algún sistema con el que poder acceder de manera puntual a determinadas comunicaciones y dispositivos.
Sin embargo, tanto su imagen como la de las tecnológicas que colaboraron ha quedado seriamente comprometida, y cualquier colaboración con las autoridades se podría interpretar como una vuelta al statu quo anterior. Y eso, a nivel de imagen (y por lo tanto de negocio), podría ser letal, como ya dijo Tim Cook en el WSJLive. Los problemas complejos, por norma general, no tienen soluciones sencillas. Y este caso es, a ese respecto, absolutamente paradigmático.
Imagen:Marc Nozell
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