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Las sombras de Internet.org y los (verdaderos) planes de Facebook

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Facebook tendrá 5.000 millones de usuarios en 2030 según Zuckerberg

En ocasiones, lo que parece una iniciativa llena de buenas intenciones puede ocultar un plan bastante menos bienintencionado. Y es necesario analizarlo con cierta profundidad para, de ese modo, detectar las sombras de aquello que, en principio, sólo parecía brillar. Algo así parece estar ocurriendo con Internet.org, la iniciativa de Mark Zuckerberg y Facebook para llevar Internet a aquellos lugares del mundo en los que, pese a existir buenas redes de telefonía móvil con soporte de datos, el precio de acceso a dichos servicios sumado a los niveles de pobreza de una parte importante de sus sociedades hace muy difícil que puedan acceder a la red de redes.

Hace sólo unos días, el gobierno de India prohibió dicho servicio que es ofrecido de manera gratuita por Facebook y los operadores locales. ¿Por qué? Hoy un interesante artículo de Computerworld habla de ello y pone el foco, precisamente, en las razones que hay tras esa decisión gubernamental, y que podría ser sólo la primera de muchas, pues ya hay otros reguladores (como ocurre en Perú, por ejemplo) que también están estudiando tomar las mismas medidas.

Para entender dichas razones primero es necesario saber cómo funciona Internet.org. El concepto que tiene gran parte de la sociedad sobre el servicio es que permite acceder de manera gratuita (es decir, sin tener que asumir el coste de la propia conexión) a Internet, pero ahí está el primer error. El acceso es, efectivamente, gratuito, pero no a Internet, sino a una minúscula selección de páginas (menos de 100), que además deben cumplir determinadas condiciones. La aprobación de las mismas depende, por supuesto, de los administradores del servicio. Y es cierto que Internet.org afirma que las puertas están abiertas a la competencia (la competencia de Facebook, se entiende, por lo que ya se establece una relación de sinergia entre ambas entidades), pero a día de hoy el único servicio de red social disponible es… efectivamente, Facebook. Tanto la red social de Zuckerberg como los operadores locales que ofrecen el servicio tienen derecho a veto sobre los contenidos a los que podrán acceder los usuarios.

Esto, sin duda, va en contra de la neutralidad de la red y, claro, de las leyes anticompetencia de la mayoría de los países. Y es que supongamos que, por ejemplo, el operador A llega a un acuerdo con Internet.org para ofrecer el acceso gratuito a los ciudadanos más necesitados de su país. Pero, en el momento en el que el resto de operadores de dicho país solicitan que sus webs sean incluidas en la microinternet que ofrece el servicio, éstas son automáticamente vetadas por el operador «socio» de Internet.org. En realidad, desde este punto de vista, la fundación no está ofreciendo acceso gratuito a Internet, lo que hace es crear una minúscula red de contenidos (de acceso gratuito, eso sí) en la que tener cautivos a sus usuarios, al tiempo que se hace pensar tanto a estos como al resto del mundo que se está haciendo una gran obra social.

Pero, ¿para qué hacer esto? La pregunta se responde sola si analizamos el modelo de negocio de Facebook y de qué depende para seguir creciendo: usuarios, usuarios y usuarios. Con Internet.org se multiplica de manera exponencial el número de potenciales usuarios que la red social puede «cazar» en zonas y países en los que el acceso a Internet todavía es minoritario. ¿La fundación creada por Zuckerberg pretende llevar Internet a todo el mundo? Bien, ¿entonces por qué limita las páginas a las que se puede acceder? Lo lógico sería, una vez encontrada la manera de financiar el acceso de dichos usuarios, que éstos pudieran utilizar acceder a toda la red. Con algunas limitaciones, de acuerdo, por ejemplo en el ancho de banda. Pero no tiene sentido crear un nanoclon de Internet. Algunos cálculos, bastante generosos con el servicio, hablan de que los contenidos accesibles desde el mismo representan, aproximadamente, el 0,02% de los disponibles en la red.

Internet.org no persigue, en la opinión de muchos (con los que yo me puedo sentir identificado), democratizar el acceso a Internet. Su objetivo es el mismo que han seguido el resto de acciones llevadas a cabo por Facebook: hacer crecer aún más su cuota de usuarios. Y es perfectamente legítimo perseguir tan fin, eso nadie lo duda, lo que ya está un poco peor es hacerlo bajo la enseña de una obra social que no se ve tan clara al leer la letra pequeña, y sin experimentar rubor alguno en pisotear principios tan básicos para Internet como la neutralidad de la red. Me pregunto qué habría pensado el propio Zuckeberg de algo así hace algunos años, cuando acababa de crear una pequeña start-up que tenía que pegarse con «los grandes» para conseguir llegar a ser alguien en Internet. Tengo la impresión de que no le habría gustado.

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