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El negocio nuclear de Toshiba, ¿su mayor error?
La vida de Toshiba, que comenzó en 1873 en Japón con una compañía dedicada al desarrollo de equipamiento para el despliegue del telégrafo, no ha sido nunca un camino de rosas. A lo largo de su historia se ha tenido que enfrentar a no pocas dificultades, desde desastres naturales, como el terremoto de Kanto en 1923, a los efectos de los bombardeos durante la Segunda Guerra Mundial. También ha cosechado fracasos, como el reproductor de música Zune que desarrolló para Microsoft, y no ha estado exenta de escándalos financieros y económicos. De todas, mejor o peor, se ha recuperado.
Pero ahora está a punto de reducirse a la mínima expresión por culpa, según Bloomberg, de cuatro centrales nucleares que una de sus filiales, Westinghouse Electric, está levantando en el sur de Estados Unidos. Los retrasos en su construcción y los sobrecostes han hecho que la compañía tenga que afrontar una reducción de su capital de 6.300 millones de dólares. También ha hecho que el presidente del grupo, Shigenori Shiga, tenga que presentar su dimisión, además de retrasar la presentación de sus resultados trimestrales.
El desastre que ha causado la división nuclear de Toshiba es enorme. Tanto que, para poder seguir a flote, la compañía va a tener que vender la mayoría de su participación en unas de sus divisiones, la dedicada a la memoria flash, responsable del desarrollo de los chips que se utilizan en los smartphones o los discos SSD. Es casi la única división rentable y que crece que le queda, puesto que y tuvo que vender sus áreas de electrónica de consumo y equipamiento médico por un escándalo contable en 2015.
Aunque parezca lo contrario, muchos inversores creen que en principio Toshiba sí va a poder superar este desastre. Eso sí, pagando un alto precio. Uno de ellos, Amir Anvar, ha manifestado a Bloomberg que «se está haciendo pedazos. Va a sobrevivir, no va a declarase en bancarrota. Pero es el fin como compañía con alguna esperanza de crecimiento«. Además de este escándalo, Toshiba ha perdido cerca de 7.000 millones de valoración a lo largo de las últimas seis semanas, y ha visto cómo sus acciones caían otro 10% después del anuncio de su reducción de capital y de la dimisión de su presidente.
Además de la compañía, también saldrán perdiendo los partidarios de la energía nuclear, que tenían sus esperanzas puestas en Westinghouse, la primera que consiguió en 2008 permisos para la construcción de centrales nucleares tras el accidente de la isla Three Miles, en 1979. Pero Toshiba no ha podido cumplir su promesa de llevar la energía nuclear de nuevo al país. La culpa es de varios factores, uno de los cuales es la imposibilidad de la empresa para cumplir los plazos con los presupuestos prometidos.
Las opciones para su división nuclear
Llegados a este punto, en Toshiba no saben muy bien todavía qué harán con su división nuclear. Una de las opciones pasa por abandonar la construcción de plantas nucleares y proporcionar solo equipamiento y servicios de ingeniería a terceros que las levanten. También están barajando la venta de Westinghouse. Se trata de una decisión muy delicada, ya que según Gregory Jaczko, antiguo responsable de la Comisión Reguladora Nuclear de los Estados Unidos, «hay miles de millones de dólares en juego. Esto podría acabar con Toshiba, y seguramente significa el final de la nueva construcción de centrales nucleares en Estados Unidos«.
Aparte de asumir la reducción de capital ocasionada por los problemas de sus proyectos allí, Toshiba ha confirmado que tomará más decisiones relacionadas con sus otras operaciones de energía nuclear en otros países. Así, seguirá barajando la venta de su participación en una empresa que quiere construir una central nuclear en el noroeste de Inglaterra, NuGeneration. También ha cambiado de planes con respecto a los planes de Westinghouse en la India de construir seis reactores nucleares. Según los responsables del grupo, en lugar de eso se dedicarán al suministro de componentes y servicios de ingeniería a quien los construya. No lo harán ellos.
Mientras, Toshiba sigue intentando vender la mayoría de su división de chips de memoria, una operación con la que según Reuters espera conseguir un mínimo de 8.800 millones de dólares. Abandona así sus planes de vender sólo el 19,9% de las acciones de la división, ya que necesita conseguir capital urgentemente. Con su venta, Toshiba conseguirá el dinero que necesita, pero también se deshará de gran parte una de sus principales divisiones, que en la actualidad es el segundo mayor productor de chips de memoria NAND por detrás de Samsung Electronics.
Todavía se desconoce cuánto porcentaje de la división venderá, pero sus responsables han manifestado que les gustaría quedarse al menos con un tercio de la misma, lo que les permitiría contar con un cierto grado de control del negocio. Tampoco se sabe si las compañías que estaban interesadas en hacerse con el 19,9% del área (SK Hynix, Micron Technology, Western Digital y Bain Capital) querrán comprar ahora un porcentaje de la división mucho mayor.
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